EL COLOR DEL CRISTAL

LA NOVELA "EL COLOR DEL CRISTAL"

 

ESCRITA EN EL AÑO 1.996 POR

 

FERNANDO LLANO COLL, SE HA

 

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          Hola, soy Fernando Llano Coll.

          Actualmente hay en el mercado varios trabajos literarios míos que os enseño a continuación, reproduciendo un puñado de primeras páginas para que os hagáis una idea del contenido.

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 EL COLOR DEL CRISTAL

 ARGUMENTO:

         El mayor trasatlántico que surca los mares, sale de Málaga para dar la vuelta al mundo en un viaje turístico de máximo lujo que tardará dos meses y medio en retornar al puerto de salida.

         Desdeñando el clásico recorrido por el mar Mediterráneo, circunvalarás África desde Casablanca hasta Kenia y conocerás de ese continente mucho más que la inmensa mayoría de los propios africanos.

         Partiendo de Kenia hacia Asia, América y rumbo a España conocerás ciudades y lugares, historias y costumbres de países como si hubieras vivido una temporada en cada uno de ellos.

         Añadida a esa coloquial divulgación, festiva, turística e instructiva, compartirás la angustia, el temor y la aventura de los protagonistas cuando los días de felicidad se tornen en un infierno.

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Y es que en el mundo traidor

nada es verdad ni mentira;

todo es según el color

del cristal con que se mira.

 

ADVERTENCIAS SOBRE EL CONTENIDO DE ESTA NOVELA:

        1º - Esta es una obra de ficción que se desarrolla en la segunda década del siglo XXI y la novela ha sido escrita en el año 1.996, por ello resulta obvio informar que todas las construcciones, personas y sus nombres, maquinarias, inventos, instituciones, cargos, situaciones políticas o cualquier otra cosa reflejados en ella, que no existen en la actualidad, y seguramente tampoco existirán dentro de unos veinte años cuando coincidan la fecha del relato con la fecha de la lectura, son fruto exclusivo de la imaginación del autor.

        Asimismo, dado que un nutrido grupo de personajes discuten de forma continua con juicios particulares y apasionados de confusa entidad sobre diversos temas, los cuales son valoraciones dispares, a veces incluso xenófobas o bien ofensivas para las personas, sus ideas o sus creencias, es preciso hacer constar que ese cúmulo de opiniones es también una urdimbre novelesca.

        2º - Todas las voces de lenguas extranjeras y de lenguajes regionales de España, que son ajenas al idioma nacional español y no están incluidas en el diccionario oficial, han sido redactadas libremente para poder pronunciarse en dicho idioma oficial de una forma aproximada a su fonética, lejos de cualquier reglamentación o de tópicos de dicción internacionales, y están anotadas en letra cursiva.

        Las citadas palabras ajenas al idioma nacional español que están anotadas con su propia escritura sin adaptarlas a una pronunciación aproximada española, se han relacionado en letra negrita.(Exceptuando siempre los nombres propios).

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Día 3 de la travesía.              

11’25 horas, según el huso horario local.

 

        Franco Aratore contemplaba ensimismado el potente, largo y amplio bor­botón de agua que iba dejando el enorme trasatlántico tras su paso.

        Apoyado en la baranda de popa hacía memoria de las vicisitudes que con­­cluían con este crucero marítimo.

        Sin poderlo evitar una sonrisa apareció en su semblante.

        Doce maravillosos millones de atractivos dólares estadounidenses, esa era la relajante celebración de este viaje.

        Veinte años de lacayo en la Mafia de su terreno natal soñando con este golpe.

        Para llegar a tener la confianza absoluta de Don Silvestre había cumpli­do durante dos décadas todas sus órdenes con rigurosa exactitud y un servilismo casi rastrero, el Don estaba orgulloso de él y siempre lo decía poniéndolo como ejemplo a los demás.

        Volvió a sonreír.  

        ¿Conseguiría superar el berrinche monumental que sin duda le produjo la mala faena de su engaño, robo y deserción?

         Si no había muerto de un infarto estaría removiendo cielo y tierra para intentar su captura y descuartizarlo con sus propias manos.

        No se trató de una acción irreflexiva, ni era la primera vez que tenía a su alcance tanto dinero.

         El plan lo estuvo madurando durante muchísimo tiempo.

         Exactamente ocho años.

         Pese a que su padre fue siciliano y él mismo también nació allí, al que­dar viuda su madre, como era natural de Novara, terminó por irse a vivir al norte en la casa de sus antepasados.

         Aratore en cada ocasión que podía sacarle unos días de permiso a Don Silvestre marchaba a visitarla, y el capo como el típico patriarca siciliano que controla despóticamente a toda la familia bajo la falsa apariencia de hombre paternal y hogareño, sentía aumentar el afec­to por su asistente.

         Franco, tras pasar un par de días relajado en la casa materna, le pedía respetuosamente permiso para ir a Milán a divertirse un poco, petición autorizada por la anciana de buen grado.

         Sin embargo esos días no los pasaba en Milán, sino en Suiza.

         Turista de trato amable, aunque albergando aviesas intenciones, fue recorriendo con paciencia viaje tras viaje toda la región sur del lago Lem­man por Martigny, Champery, Zermati y los linderos de la frontera con Ita­lia.

        Se defendía con alguna soltura chapurreando el francés y por aquella zona predomina este idioma junto al italiano, éste último pronunciado final­mente por Aratore en esa región con tal acento autóctono, que nadie hu­biese sospechado jamás su origen siciliano.

         Fue en la novena expedición cuando encontró lo que buscaba.

         Un hombre aproximadamente de su edad, estatura y com­plexión, inclu­so el color de los ojos y cabello.

        Carecía de familia, dedicándose a corretear el territorio y efectuar traba­jos agrícolas esporádicos de pueblo en pueblo.

         Conocido y distinguido por la integridad de los campesinos de la región familiarmente tan sólo con su nombre de pila, nunca se molestó en reno­var la documentación al resultarle innecesaria en sus habituales y rutinarios desplazamientos rurales.

         Franco se convirtió en su amigo inseparable inculcándole poco a poco la idea de irse juntos a Argentina, donde se inventó un par de hermanos poseedores de varios restaurantes que siempre le pedían dejara el trabajo en Italia y fuese a reunirse con ellos.

         El suizo estaba entusiasmado con la idea pues su camarada italiano, el cual gastaba en dos o tres días más dinero del que él podía ganar en un trimestre, iba a correr con los gastos de ese soñado viaje y proporcionarle un empleo importante y bien pagado.

         Durante los últimos tres o cuatro años, en la media semana que pasaba cada cuatro o cinco meses en Suiza engatusó a Carl Bateno, nombre del incauto suizo, y tras hacerle pedir los certificados pertinentes él mismo se ofreció para arreglar y ponerle al día sus papeles descuidados, caducados y algunos nunca gestionados, además de tramitarle el pasaporte.

         Gracias a su experiencia delictiva, el pasado año cuando regresó a casa de su madre en Novara desde Suiza, llevaba la documentación entera completamente legal y actualizada de Carl Bateno, con la fotografía de Carl y los otros datos físicos de identificación, tipo de sangre, ADN, impresio­nes digitales, etc. de Franco.

        El infeliz suizo fue asesinado y oculto bajo tierra y piedras a buena pro­fundidad en un agreste y solitario lugar donde nadie localizaría nunca su tumba, mientras los lugareños de la comarca quedaron convencidos de que se había ido a América con un trabajo bien remunerado.

        Luego robar el dinero resultó mucho más sencillo.   

        Siendo el hombre de confianza se encargaba de recogerlo desde mu­cho tiempo atrás, sólo hubo de eliminar a los dos guardaespaldas que Don Silvestre tenía asignados para ayudarle.

         Como conclusión al elaborado plan acudió a la cita de un cirujano plás­tico con quién tenía ya concertada la operación a fin de recibir un nuevo rostro, para cuyas características servían de modelo una extensa colección de fotografías, conseguidas durante sus múltiples viajes en las vacaciones, de una cara feliz, ilusionada, son­riente e inocente, la del pobre Carl Bate­no.

        Un gran alboroto a sus espaldas producido por risas, gritos y chapoteo del agua disiparon sus pensamientos.

         Era el viaje inaugural de una nueva línea que partía de España y daba la vuelta al mundo.

         El transatlántico, bautizado con el nombre de Málaga como la ciudad sede de una nueva naviera y, además, el puerto de salida, también se estrenaba en este crucero.

         Se dirigió caminando tranquilamente hacia el gran bar ubicado en el lateral de estribor de la piscina, y entrando en él pidió un refresco al cama­rero.

         Hizo un ligero saludo con la cabeza a un grupo de viajeros, con los cuales había hecho una somera amistad en los tres días que llevaban de viaje, pero sin acercarse a ellos.

         Siempre estaban hablando de política y enredados con discusiones bizantinas en las que tan sólo le apetecía participar de vez en cuando co­mo oyen­te discreto para poder perfeccionar el idioma español que estaba estudiando. Bas­tante hizo con relatarles su imaginaria vida y posterior des­tino, para no resultar sospechosamente poco comunicativo en las primeras reuniones donde trabaron conocimiento y se presentaron a sí mismos coloquialmente.

         Aquel norteamericano, Jeremy Tracton, con una aparente edad de cua­renta y cinco años, divorciado, de aspecto rollizo y celulitis acen­tuada has­ta sobrepasar los ciento veinte kilos de peso. Ralo pelo rojizo y cara abota­gada, que cuando hablaba de su empresa, la petrolera Texaco, parecía el presidente de la compañía y sólo llegaba a ayudante de uno de los secre­tarios de un ejecutivo, que era a su vez uno de los varios ayudantes del responsable de los seguros de transportes.

         El emir árabe Ibrahim ben Abdul, también frisaría los cuarenta y tantos años, de estatura superior a la media y complexión atlética, ataviado con vestimenta occidental de la mejor calidad, pulcro, elegante, distinguido, el cual rodeado de los licores y vinos que ingerían los compañeros prohibi­dos por su religión, iba probando bebidas no alcohólicas entre las que tenía como preferencia la horchata, ese refresco de chufa típico de la región valenciana.

         Isaac Brochard, el francés de origen hebreo, de talla media, vestido con cierto desaliño y despreocupación, la indumentaria ligera de acuerdo al clima, su pelo muy mermado bordeaba tímidamente el cráneo formando una extensa calva hipocrática, tenía 57 años de edad cumplidos el mes anterior. Embarcado en este viaje buscando el relajamiento y serenar la angustia de su reciente viudedad. El alemán Otto Holtz, el cual con el aspecto imponente de su elevada talla y una rellena papada bajo su hundida barbilla, no perdía cualquier ocasión para demostrar al franco semita el desdén por su raza.

        El español andaluz Vicente Merino, amigo de introducir siempre algún chiste en la conversación, aparte de casi una veintena de indolentes en continua diatriba intentando arreglar el mundo con sus críticas, opiniones y a veces extravagantes soluciones.

        Era una conducta continuamente repetida, que alguno de ellos aprove­chara la oportunidad de cualquier comentario relativo a un asunto del que tuviese un mal recuerdo o experiencia y, lo que comenzaba siendo un co­loquio distendido entre todos, desembocara en un diálogo apasionado cuan­do otro de los reunidos hacía una valoración opuesta y, si no encon­traba oposición degenerase en encendido monólogo para afirmar su opi­nión, que a esas alturas de la polémica era la mayoría de las veces dema­siado personalista y escasamente objetiva debido a la vehemencia que iba cobrando el tema poco a poco.

         Giuseppe Spinola le hizo repetidas señas con la mano invitándole a acercarse.

         Se trataba de un político veneciano gustoso de hablar con aquel suizo y hacerlo en italiano, puesto que la inmensa mayoría de los pasajeros eran españoles y como muchos de los extranjeros vivían en España o países de habla hispana desde hacía largo tiempo, las con­versaciones se realizaban en español.

         Con el vaso en la mano, se incorporó al grupo saludando con un ademán y pasando casi inadvertido para la mitad de la reunión, enfrascada en una de sus eternas discusiones.

         Luis Fernández, de unos cincuenta años, director de orquesta, nacido en Zaragoza, era bastante alto y delgado. Su cabeza demasiado volumino­sa, en consonancia con la amplitud de los hombros, parecía aún más gran­de por el pelo que le cubría en alborotada melena hasta la mitad de su cuello.

         Su oponente en la discusión, Esteban Cepeda, anciano minero asturiano ya jubilado, viudo igual que el aragonés, con un talante antagónico en sus ideas y también diametralmente opuesto en el aspecto físico respecto a aquél, de pequeña estatura, fornido y casi totalmente calvo.

         Fernández, cuyo rostro de por sí sonrosado y con marcados surcos de finas rojizas venas debido a su constitución sanguínea, se ponía del color de un tomate maduro cuando discutía, llevaba en aquel momento la inicia­tiva de la polémica.

 

         - ... la religión es el opio del pueblo, pero el comunismo es el opio de los ignorantes.

  

        - Hay infinidad de intelectuales que son comunistas, no todos somos obre­ros sin una educación superior.

  

        - Cuando un intelectual se afilia al partido es por ansia de poder, sabe que un gran porcentaje de sus nuevos compañeros posee una muy escasa cultura y si un tuerto es el rey en el país de los ciegos, según dice el refrán, ¿Cómo no conseguir él un puesto de máxima importancia en el organigrama directivo, siendo un vidente de ambos ojos?

  

        - No se desvíe de la conversación inicial, hablábamos de la absorción que hacen las religiones de quienes son adictos a ellas.

  

        - Toda religión es asfixiante. Domina y reprime al individuo sin dejarle tomar con lógica y serenidad sus decisiones, por ello resulta una droga para el pueblo igual que afirmaron las figuras relevantes en las cuales cree, pero...

 

        ¿Qué es el comunismo?

 

        ¿Acaso no es una doctrina?

 

        ¿No les describen a ustedes "verdades dogmáticas", muchas veces poco comprensibles a su entendimiento y las acep­tan sin rechistar porque provienen de su jefatura superior?

 

        ¿Pueden ustedes imaginar, deducir, resolver, determinar o aclarar alguna cosa por sus propios medios?

 

        No. Continuamente han de esperar las órdenes, las consignas, las líneas a seguir. Si se les ocurre pensar algo que posiblemente sería una mejora sin estar ordenado por la jefatura, les depuran diciendo que han ocasionado un cisma, lo mismo que en cualquier religión.

 

        ¿Qué hace el creyente religioso ante algo que no entiende?

 

        Exactamente lo mismo. Han de esperar los mandatos, las directrices, en fin las consignas. Para cada cual tiene una distinta significación, ellos lo consi­deran mandamientos de su dios así como interpretaciones y opiniones santas y autorizadas de las jerarquías de su dogma, ustedes preceptos indiscutibles del marxismo además de sabias consignas y órdenes de la jefatura de su partido.

 

        ¿No ve que a la postre lo suyo es en el fondo una religión?

 

        En otras palabras, opio del pueblo, y el beneficio de esa droga bien distribuida se lo llevan en un caso los capitostes del culto en cuestión y en el de los comunistas los jefes del partido, los cuales, dicho sea de paso y sin ánimo de ofender, suelen ser siempre esos intelectuales infiltrados que citaba antes, quienes a pesar de ser los inventores de la palabra proletaria­do nunca se han sentido sojuzgados y humillados, ni han tenido callos en sus manos por su duro trabajo, empezando por el propio Marx. Los creyentes son tan sólo peones en ambos casos, en el suyo no pasa de ser un simple número de credencial de suscripción que paga sus cuotas como masa proletaria y en lo religioso es lo mismo, aunque sin ese documento numerado de afiliación de uste­des, los controlan de otras formas.

  

        - Ahora casi me veo obligado a intervenir yo - interfirió Ignacio Orruño, un sacerdote vizcaíno, natural de Ondárroa, bajito y rechoncho que, a semejanza de Luis Fernández, tenía un rostro con predilección por el color púrpura, si bien estaba concentrado en su nariz posiblemente por ser el lugar donde debía asimilar los buenos vasitos de vino que trasegaba con frecuencia - teniendo en cuen­ta que usted ha comenzado a criticar a este comunista ateo y al final ha derivado por otros derroteros hasta criticar la religión, mi religión.

 

        - No hemos nombrado su religión en ningún momento, sólo citamos las religiones en sentido general.

  

        - Yo me he sentido aludido.

  

        - Eso será por haberse identificado con lo dicho, lo cual certifica que tenemos razón.

 

       - Vamos,... vamos,... no empiecen a discutir igual que siempre - interrumpió conciliador la conversación Benjamín Rupérez, un joven periodis­ta argentino, viendo las cosas complicarse si dejaban litigar a Orruño y Fer­nández, que se habían destacado ya como irreconciliables enemigos des­de las primeras reuniones de esta particular asamblea - llevo estos días durmiendo mal por no conseguir habituarme a la cama del barco y sólo me falta ver a mis nuevos amigos peleando para terminar de deprimirme.

  

        - Eso de dormir mal por extrañar la cama me ha sucedido a mí casi de continuo. Durante mi condena de diez años en la cárcel nunca pude dor­mir a gusto, ahora bien, el último día sí lo hice mejor que una marmota borracha - narró Vicente Merino, un poeta sevillano amigo de bromear constantemente.

  

        - La noche antes de recobrar la libertad debe ser para tener los nervios de punta y no poder pegar un ojo - opinó Jesús Aguirre, un joven abogado navarro.

  

        - Puede ser, quizá fuese la razón haberme acostumbrado casi a la dichosa litera y temía que al día siguiente iba a cambiar nuevamente de lecho.

  

        - Pero al suyo, al de su casa y ese lo conocería de sobra.

  

        - Ese fue otro problema, mi mujer cansada de esperarme tenía otro hombre en ella y los tres estábamos incomodísimos.

  

        - Ya me ha vuelto a engañar, debía haberme extrañado que hablase usted en serio alguna vez - rió a carcajadas Brochard, autor del comenta­rio anterior - si nos dijo ser soltero y seguramente no ha pisado una cárcel jamás.

  

        - ¿Qué tal resultó la excursión de ayer en nuestra primera escala? Al regresar tarde al buque no pudimos reunirnos y cambiar impresiones.

 

        La pregunta la formuló Atilano Puente, un joven cantante man­chego de Cuenca con bastante prestigio y éxito en el mundo artístico, de veintisiete años, soltero y con continuas ganas de divertirse apuntándose a cualquier juerga que se le cruzase en el camino, tratando de desviar la conversación por otros derroteros, dado que Fernández y Cepeda ya in­tentaban reanudar su disputa.

  

        - Usted regresaría de madrugada que es soltero, nosotros ya cenamos en el barco. Después de todo el día de gira turística, a las mujeres les do­lían los pies y los hombres estábamos deseando llegar al bar y beber unas copas de buen vino - terció Julián Vidal, prestigioso y conocido juez, oriundo de Valencia, de cincuenta y cuatro años de edad.

  

        - No crean que por ser la población musulmana adolecen de lugares donde se sirven bebidas alcohólicas de gran calidad, además de un variado tipo de excelentes diversiones.

 

        Puente apoyaba sus últimas palabras con gestos obscenos.

  

        - A esos lugares se ha de ir sin llevar de remolque continuamente a la esposa detrás - soltó riendo Pascual Pons, un barrigudo dentista de edad mediana, natural de Tarragona.

  

        - La verdad es que yo sufrí una decepción, me la había imaginado más monumental, mucho más animada, más cosmopolita,... No sé, esperaba otra cosa – se quejó Tracton.

  

        - Yo sé lo que usted esperaba ilusionado, encontrarse a Humphrey Bo­gart paseándose por el muelle y que le llevara a tomar una copa al Rick’s Bar. Los norteamericanos son tan infantiles que basan su corta historia en los relatos de Hollywood y, además, se lo creen firmemente sin dudarlo - se burló el emir.

  

        - Confieso que me acordé de la película al desembarcar en Casablanca, mas no es justo lo que dice.

  

        - Ya les relaté que por negocios de mi padre vivimos en Méjico desde antes de mi nacimiento hasta que tuve veintisiete años. Estudié en Méjico y luego mi progenitor me envió a los Estados Unidos de Norteamérica, donde hice un par de cortas carreras en dos de sus universidades. Cuan­do una persona es curiosa, le sobra tiempo y no tiene problemas econó­micos, suele darle por instruirse y recorrer mundo.     He estado en universi­dades de Inglaterra, Francia y España entre otras, cursillos cortos y fáciles toda vez que ni soy ni pretendo ser un erudito.

 

        A lo largo de estos años he comprobado que la totalidad de las na­ciones retocan sus textos de historia, en los pasajes considerados glorio­sos con el propósito de inflarlos y en los desastrosos con la aspiración de disimularlos. Es natural, tan humano como que las mujeres se maquillen para estar bonitas y los hombres procuremos vestir y arreglarnos intentan­do resultar elegantes. No obstante, en la historia de los Estados Unidos de Norteamérica no hay pasajes desastrosos, todos son gloriosos e inflados al máximo; exclusivamente reconocen las adversidades si son internas, así gane el que gane es norteamericano, la guerra de secesión, las guerras indias, los atentados y asesinatos políticos, las batallas por el poder de los grupos mafiosos,...

 

        Recuerdo cuando siendo un adolescente y en la escuela era casti­gado por un profesor, siempre con razón por su parte, que me sentía humillado al haber visto una sonrisa burlona en algún compañero, o porque durante la repri­­­menda estuvo presente aquella niña hermosa cuyo amor pretendía. Durante días soñando despierto me veía convertido en un hombre fuerte, inteligente e invencible, dejando boquiabierto al maestro al demostrar que no debió reprenderme ya que mi conocimiento del texto le superaba a él incluso, golpeando de un papirotazo al compañero sarcástico para dejarle patas arriba y la chica caía en mis brazos rendida de amor.

 

        ¿Quién no ha soñado una cosa así de niño al haber sido amo­nesta­do y por culpa de nuestras ganas más de jugar que de estudiar, avergonza­do?

 

        No existe nadie que pueda jurar no haber fantaseado alguna vez convirtiéndose en un elemento fenomenal vengando las supuestas afren­tas. Son cosas de niños. Aventuras soñadoras, las cuales recordadas aho­ra nos hacen sonreír al comprobar en qué forma la imaginación trataba de cubrir nuestra propia ineptitud infantil.

  

        - ¿Y eso qué relación tiene con nosotros los estadounidenses?

 

        - La de comportarse como los niños, aún siendo adultos, y en lugar de limitarse a soñar igual que lo hacen aquellos, lo plasman en una película pretendiendo que parezca realidad y ustedes los espectadores del país lo dan por auténtico sin siquiera dudarlo. Si sufren un descalabro, el estado subvenciona a las productoras para realizar cintas sobre el tema cambiando la verdad, si es algo de resonancia mundial y no pueden men­tir de forma descarada, emplean la sutileza pero mienten.

  

        - ¡Eso no es cierto! - clamó el americano.

  

        - Si esas películas no salieran de su país seguirían engañándolos a ustedes y nosotros ni nos enteraríamos. Sería similar a cuando un gobier­no dictatorial censura y redacta los temas que han de publicar los periódi­cos nacionales, engañan a sus ciudadanos mas no a los extranjeros que no se molestan ni en comprar ni en leer esa prensa manipulada. Sin em­bargo, sus activas distribuidoras las promocionan a bombo y platillo e inun­dan el mercado internacional con esas producciones y el resto del mundo, que no está cegado por el amor y el patriotismo norteamericano, ve los errores, las exage­raciones y las mentiras desde un punto de vista frío y crítico.

  

        - No importa lo que diga, yo estoy orgulloso de ser americano y no me convencerá con esas historias. Reconozco que las películas, con prefe­rencia las de aventuras, son exa­geradas pero así son todas, las inglesas, las francesas, las alemanas,...

  

        - Naturalmente que son todas exageradas, si bien no parecen una competición intentando demostrar que sus conciudadanos son excepcionales. Conoce­mos de sobra que aprender artes marciales es algo costosísimo e implica estar desde niño practicando, nunca se deja de entrenar y de conocer nue­vas técnicas. En sus películas de acción, sitúan a un paisano suyo que ha sido ofendido gravemente por profesionales karatecas del mundo del hampa y para poder vengarse decide aprender esos métodos. En pocos meses lo convierten en un campeón que supera hasta a los grandes maes­tros orientales, como si el resto del mundo fuesen a su lado una parti­da de subnormales.

 

        Y no hablemos de propaganda bélica, actividad lógica durante el conflicto con el fin de confiar a los aliados y desconcertar a los enemigos. Ahora bien, acabada la guerra a lo largo de interminables años siguen machacándonos poniendo a sus soldados en la gloria con sus pequeñas miserias y sus grandes gestas, calificando a los enemigos de idiotas o bestias que no respetan a nada ni a nadie. Desengáñese, mezclados entre la gran masa anónima de soldados normales de todos los países en conflicto en cualquier guerra, siempre concurren tipos rastreros de un abyecto comportamiento y auténticos caballeros.

 

        Emplean en las cintas cinematográficas tópicos estúpidos, poniendo por ejemplo gafas negras de sol a los protagonistas en las sombrías no­ches y hasta en el interior de las más oscuras discotecas, queriendo darles con ello apariencia de elementos peligrosos y más parecen enfermos de fotofobia. Luego asocian la virilidad a la parquedad de las palabras, un jinete pistolero de sus películas que apenas habla simboliza el tipo duro, y realmente lo que representa es la inexistente cultura de los primeros colo­nizadores y un buen porcentaje del actual censo, tan zafios e ignorantes que no saben iniciar ni hilvanar una triste conversación. Exis­te una ley en su país que obliga a los productores de películas a incluir en el reparto un actor negro o a un inmigrante del centro o del sur de América, un latino, chicano o hispano como les denominan ustedes, por cada cierto número de actores con­siderados auténticos caucasianos, para no dar al exterior la impresión del brutal racismo que existe.

 

        Cuando en las películas hay asesi­nos psicópatas enfermos o verdugos ejecutores de esos llamados justicie­ros, son los escogidos de costumbre. No obstante, si son asesinos crueles y sanguinarios los centran en esos pobres actores negros o hispanos...

  

        - O italianos - interrumpió riendo Spinola - no se olvide de la Mafia.

  

        Franco Aratore que pensando en quedarse a residir en Venezuela, comenzó el estudio del idioma español desde la clínica de Navarra donde le prac­ticaron la cirugía estética, y seguía con un curso completo de libros y vídeos instruyéndose en su camarote, com­prendía perfectamente la con­versación.

 

        Aunque atento a lo que allí se decía, quizás por una muy arraigada deformación profesional, se mantenía en permanente alerta examinando concienzudamente uno a uno a los charlatanes contertulios, a los bañistas alborotadores de la grandísima piscina, a los camareros, a los tripulantes con quienes se cruzaba, a los parroquianos asiduos a la cafetería en don­de se reunían y, en general, a cualquier bicho viviente que se le acercase poco o mucho durante los días que llevaban de viaje.

 

        La barra del mostrador tenía la forma de una gran herradura de círculo poco abierto, uno de cuyos extremos había sido copado por el grupo y ya hasta parecía de su propiedad.

 

        Frente a ellos, en la otra punta de esa herradura había situados dos hom­bres con la vista fija en la reunión.

 

        Eso no resultaba nada extraño, pues la dichosa congregación de criticones ocasionaba una verdadera algarabía al hablar siem­pre en voz alta llamando la atención de casi todos los parroquianos, la razón era otra.

 

        La pareja, formada por un hombre de estatura media y el otro bastante bajo, con poco más de un metro cincuenta, los dos con ojos y pelo oscuros y piel bastante curtida por el sol, llevaban sus trajes de buen corte con la torpeza del cam­pesino siciliano o el camellero del desierto, no habituados a ellos.

 

        Igualmente podrían ser sicilianos que árabes.

 

        No los había visto en los días anteriores y podían haber subido al buque en Casablanca, o bien se movían habitualmente por otras zonas de la na­ve, mas la razón de que la adrenalina circulara por las venas del italiano eran los ojos de aquellos hombres.

 

        Él conocía esa mirada y esa actitud, podría jurar sin temor a errar que ambos habían matado más de una vez con absoluta frialdad, la cuestión consistía en averiguar algo primordial.

 

        ¿A quién vigilaban?

 

        ¿A él, o a ese árabe nacido y criado en Méjico que maltrataba al pobre Tracton con su continua crítica?

 

        Acercándose a la barra, entregó el vaso al camarero pidiéndole un zumo, y se alejó unos pasos hasta sentarse en una banqueta libre.

 

        Mientras tomaba su nueva bebida mirando al grupo vocinglero, que había quedado ahora a unos dos metros de distancia, no perdía de vista de reojo al dúo en cuestión.

 

        Habían bebido refrescos, según confirmaban los vacíos envases que tenían ante sí, siendo raro si fuesen sicilianos no probaran los magníficos vinos que se servían allí.

 

        Seguían observando al comité sin mirarle a él ni una sola vez.

 

        Pasados unos minutos solicitaron té. Aratore se sintió tranquilo, eran árabes y la presa perforada por aquellos ojos de halcón, sin duda el emir.

  

        El emir, que en aquellos momentos reía a carcajadas.

 

        - Eso sí es gracioso - todavía continuaba atacando a Trac­ton sin pausa ni tregua - pretender restregarnos por la cara su preponderancia. Ustedes son la potencia económica y militar mayor del globo terrestre hoy por poseer un territorio inmenso y rico, además de una tecnología muy avanzada; sin embargo, no pretenda compararlo con los imperios romano, árabe, otomano, mongol u otros de la antigüedad, que co­menzaron en un pequeño lugar pobre de recursos y conquistaron palmo a palmo gran parte del mundo conocido en aquella época, sin espectacu­lares adelantos ni armamentos guerreros técnicos y científicos, tan sólo con el empuje de su valor y el precio de su sangre. Desde principio de los años noventa, en que la URSS comenzó a disolverse como potencia, son los únicos manejando la batuta del poder internacional. Bien que ese poder es económico y disuasivo, no imperativo, prueba de ello es que su aspecto batallador es bastante deficiente a pesar del inmenso potencial bélico que poseen y la propaganda machacona de sus películas.

  

        - Ya le veo venir, vuelve otra vez a insistir sobre el Vietnam - farfulló el ame­ricano.

  

        - Esa fue una guerra que perdieron clamorosamente como acabamos de aclarar hace unos momentos, pero lo cierto es que no han ganado us­tedes solos ninguna guerra seria.

  

        - Vamos, hombre, a ver si tanto estudiar no se ha enterado de nada. ¿Las dos guerras mundiales quién las ganó?

  

        - Todos luchaban en ellas mientras ustedes hacían grandes negocios. En la primera sus bancos prestaron a los aliados occidentales miles de millones de dólares en material bélico, equipos, pertrechos y víveres, que sus fábricas al completo se apresuraron a manufacturar haciendo fabulo­sos negocios y ayudando al resto del mundo a matarse entre sí durante años. Algunos meses antes del término de la lucha, estando claro el agota­miento del enemigo, su presidente Wilson buscó un pretexto muy típico para entrar en ella y coger parte del pastel, enviando tropas a dar los últi­mos toques triunfales al conflicto que había costado millones y millones de muertos europeos.

 

        El mismo artilugio usado en la segunda, a pesar de que con la declaración de guerra del Japón tuvieran que entrar antes, si bien el sistema fue simi­lar. Inundar de material a crédito a los enemigos de Alemania, incluidos los rusos, los cuales recibieron tantas armas que podían luchar hasta las ratas; de esta manera mientras los demás se van matando y aniquilando, cuando ellos se deciden a llegar ya los contendientes están bajo mínimos y les resulta más fácil conquistar el terreno. Esa es su arma más poderosa, que su nación es enorme y rica en materias primas pudiendo producir material bélico para inundar el mundo.

 

        La guerra contra Japón fue decisivamente más aeromarítima que terrestre. Si aquellos perdían un portaaviones la construcción de otro re­presentaba un esfuerzo infinito por la carencia de materiales, mientras us­tedes podrían fabricarlos tranquilamente y sin agobios por parejas o por docenas­­­. Por cada avión fabricado en Japón, que en los últimos tiempos hubieron de utilizar cartón piedra como frágil cobertura de los men­guados fuselajes metálicos de sus cazas, ustedes cons­truían quinientos sin pro­blemas de escatimar materiales. Es igual que luchar a tiros y cañonazos contra un ejér­cito al que sólo le quedan las bayonetas.

  

        - Por lo menos reconocerá que a los japoneses les ganamos nosotros solos.

  

        - Solos en la guerra aeronaval tal cual le he dicho antes, mas en la te­rrestre... ¿Qué me dice de los ejércitos ingleses, hindúes, canadienses, australianos, chi­nos tanto comunistas como nacionalistas, aparte de los partisanos de las tierras ocupadas birmanos, malayos, coreanos,... todos armados hasta los dientes por ustedes?

  

        - Usted trata de echar por tierra la grandeza del pueblo americano.

  

        - Frases, frases hechas que utilizan sus políticos con la intención de ilusionarles y conseguir sus votos.

 

        ¡Dios bendiga a América!

 

        ¡Este gran país!

 

        ¡El sueño americano!

 

        ¡La grandeza del pueblo americano!...

 

        Dios bendice a América no cabe duda, aunque no única y expresa­mente a su territorio, la bendice íntegra desde Alaska hasta la Patagonia y a Europa, y a Asia, y a África y a cualquier trozo del mundo entero pese a que sea una pequeña porción de tierra, puesto que Él lo ha creado ínte­gro es lógico que lo bendiga. Este gran país, naturalmente, ya lo he repeti­do antes un par de veces, los Estados Unidos de Norteamérica son un inmenso país, un mundo lleno de riquezas minerales, animales, vegetales, industriales, tecnológicas, humanas y monetarias.

 

        El sueño americano, formar una familia sana y alegre, poseer en propiedad tu casa, tu coche y dinero en cantidad con poco esfuerzo para poderte llamar adinerado, rico y a poder ser millonario, ese es el sueño del mundo entero, no sólo el americano.        Ello hizo que los desamparados del planeta recalaran allí, dado que las oportunidades en un mundo nuevo sin monarcas, sin aristócratas, sin amos, eran gran­diosas. Ahora bien, sólo uno de cada cien mil se convirtió en millonario, uno de cada mil logró hacer algo de fortuna, el uno por ciento está al completo sin llegar a sobrarle de­masiado, dos o tres de cada diez viven confortablemente pese a que la mayoría lo está pagando a plazos a lo largo de su vida entera; el resto son individuos y familias en casas humildes, algunas propias, las más de alqui­ler, sin lujos ni más dinero que el producido día a día por su trabajo, si lo tiene.

 

        Esas decenas de millones de personas, prácticamente el setenta por ciento del censo, aún viviendo en niveles de existencia tan normales y pre­carios como cualquier trabajador de otra nación, se consuelan al oír a los políticos esas frases hechas; mientras que por dentro les corroe la envidia vien­do el tren de vida de los poderosos, y se consideran unos fracasados al ver pasar los años no pudiendo cumplir ese jactancioso sueño, lo cual solo genera frustración y violencia. Y por último, respecto a la grandeza del pue­blo americano, la inmensa mayoría vive de su trabajo igual que la co­lectividad de los ciudadanos del mundo, el resto de forma más o menos desahogada y un porcentaje de afortunados derrochando lo que a otros les falta, lo cual ocurre en mayor o menor medida en cualquiera de los países pertenecientes al bloque ajeno a ese llamado tercer mundo.

  

        - No hablaba de grandeza económica sino de grandeza de espíritu, de ideas, de ánimos, que llevó a conquistar ese inmenso país y civilizarlo has­ta ser la nación más poderosa y moderna del mundo. Pioneros, como us­tedes han calcado en sus idiomas de nuestros famosos pioneer.

  

        - Ya vuelve Hollywood a asomar a sus labios. Antes quisiera acla­rar que pioneer es una palabra adaptada por el idioma inglés del francés pionnier, nombre otorgado a los soldados que van delante en un desfile, esos tan altos y entorchados también llamados gastadores, zapadores o azadoneros, y que también se aplica a los exploradores y colonos que van abriendo nuevos caminos en tierras nuevas y desconocidas. Derivación muy desviada del latín pedes, peditis, el que va a pie, la infantería, igual que los peones, ape­lativo de las fichas que avanzan en primer lugar en el ajedrez. En cues­tión de lenguaje autóctono e innovador pueden presumir poco, ya que más de las tres cuartas partes del idioma que les legaron los ingleses está copiado del latín debido a la pobreza léxica de su burda lengua original. Por otra parte, si desea restregarme por las narices la cacareada conquista del Oes­te, sepa que se trata de uno de los capítulos más vergonzosos de su historia, y por ello con miles de películas sobre el tema han inun­dado sus cabezas de relatos heroicos, han creado leyendas y mitos que jamás exis­tieron para tratar de borrar la verdadera trama de deshonestidad, avaricia, barbarie y, por encima de todo, el asesinato sistemático de los naturales del país.

  

        - ¡No puedo tolerar...!

  

        - Vamos por favor serénense, no atosigue al señor Tracton.

 

        Merino preocupado trataba de armonizar la reunión.

  

        - Siga usted no le haga caso - el asturiano Cepeda se animaba él solo por momentos - nunca disfruté tanto oyendo poner las peras a cuarto a un imperialista.

  

        - ¿Qué tienen de malo las películas del Oeste americano? A mí me gus­tan - comentó Spinola.

  

        - Por supuesto, son entretenidas - prosiguió el emir, que ya iba embala­do contra Tracton - si bien lo que no es falso en su totalidad es exagerado o distorsionado intentando inculcar ese orgullo mítico en las mentes del auditorio. Valga como ejemplo esos cinturones cananas con las pistoleras colgando hasta el final del muslo, casi en la rodilla, donde se abrochan con una estrecha correa; eso es un invento de Hollywood del siglo XX, y bien avanzado el siglo, toda vez que en las películas del cine mudo y las sonoras de hasta los años cuarenta y cincuenta, los actores llevaban las armas enganchadas de cualquier modo al cinturón sobre la barriga y algunos con las cartucheras de la época sujetas en la misma cintura, que era la auténtica realidad por el mundo entero.

 

        Luego, viendo el favorable impacto ejercido en los espectadores con los duelos de dos hombres frente a frente para ver quién era más rápido, fueron modificando el modelo hasta llegar a los actuales, descritos antes, inventados por los guionistas peliculeros. Asimismo, tampoco existieron esos desafíos que pudiéramos llamar nobles y caballerosos. El único tipo de retos celebrados, y muy pocos por cierto, fueron semejantes al aconte­cido en la población de Tombstone, en OK Corral y, como habrán visto en las películas que tratan de él, el sheriff Wyat, sus hermanos y uno o dos amigos fueron allí con el propósito de enfrentarse a un puñado de enemi­gos, disparándose parapetados tras lo que podían, y en cada nueva ver­sión lo describen de forma distinta.

  

        - Así entonces, ¿no existió ninguno de esos famosos pistoleros? - preguntó el sacerdote Orruño.

  

        - Claro que existieron, si con el nombre de pistolero calificamos a un hombre pertrechado con pistolas, el cual dispara contra otros individuos de la forma más artera posible, habida cuenta que no fueron conocidos por ganar en velocidad o puntería a sus oponentes en inexistentes duelos caballero­sos cara a cara. Eran hombres que siem­pre iban armados, un siquiatra en la actualidad les daría una disertación sobre sus motivos, personalidad, temores y complejos. A pesar de lo visto de continuo en las películas, casi nadie llevaba armas si no vivía en una situación de peligro. Los mismos vaqueros solo las portaban, y por regla general eran junto con los caballos propiedad del patrón, si tenían que hacer guardia por existir algún problema con indios o cuatreros merodeando con la intención de robar alguna res o bien en las conducciones de manadas por tierras desconocidas en ruta hacia el mercado.

 

        Nunca en el trabajo cotidiano pues sería un estorbo inútil y tendrían que desmontarlas y limpiarlas a fondo todos los días del polvo y arenilla que se levanta en esas faenas, y menos aún los días de asueto en la población donde iban a expansionarse y posi­blemente emborracharse; ni su patrón ni los ciudadanos de aquella locali­dad les hubieran permitido hacerlo para evitar que el alcohol fuera causa de un desastre infortunado. Las gentes solitarias como los tram­peros y los buscadores de oro solían estar armados por defenderse de ladrones y fieras. La excepción a esta lógica conducta la constituían los agentes de la ley que las portaban de forma perenne por su trabajo y los dedicados al pillaje solos o en bandas, quienes estaban siempre provistos de un buen arsenal.

 

        Aunque casi todo ciudadano tenía un arma en casa por si las mos­cas, en las poblaciones era muy raro ver a alguien que las portase encima, tal vez algún viajero de paso, prevenido por la inseguridad de los caminos. De forma ridícula, los cineastas en las películas les cuelgan unos kilos de chatarra artillera en la cintura a todo el colectivo urbano, hasta al pobre diablo que barre los porches. En aquella época, igual que en la actual, un hombre que siempre lleva armas por sentirse protegido resulta un peligro cons­tante para las personas que le rodean. Si dos individuos discuten acalora­damente por algo, se gritan, insultan y es casi seguro acaben a puñetazos; el que tiene un arma, bien sea blanca o de fuego, posiblemente la usará en el ardor de la pelea y matará alevosamente a su contrincante. Un sujeto armado sin requerirlo la situación es, aparte de lo que puedan dictaminar los siquiatras, un ser violento y un asesino en potencia, tarde o temprano un percance hará nacer una trágica noticia.

 

        En aquella tierra y en aquella época acababa de nacer un pistolero. Los periodistas que enviaban las publicaciones del Este de la nación, ha­bían de justificar los sueldos y dietas remitiendo historias que hicieran vi­brar a los lectores. Con ellos comenzó la mitología del lejano Oeste, el Far West, las mentiras y las exageraciones para cumplir con su jefe y, de paso, adquirir fama de reportero temerario por haberse atrevido a entrevistar o hacer fotografías a tan "terrible" pistolero, el cual encantado al ver inflada su vani­dad con la atención del periodista por el hecho de haber matado a otro desconocido anó­nimo como era él, exponía su vida gris e insustancial que con­vertía a golpe de embuste en algo interesante y, por si fuera poco, el corresponsal luego adornaba y aún ampliaba al máximo por su cuenta al transcribirlo.

 

        Habrán oído hablar de Guillermo Federico Cody, mejor conocido por Búfalo Bill, puesto que, según dirían los ecologistas actuales, asesinó a más de 4.200 búfalos en dieciocho meses cum­pliendo el contrato firmado con la compañía de ferrocarril Kansas Pacifico, teniendo la obligación de proveer de carne a sus obreros. Realizando un resumen salía a unos ocho búfalos por día, y debemos de tener en cuenta que no son ni leones ni tigres sino pacíficos animales, los cuales no atacan ni tampoco huyen si no se les asusta y, siendo sus manadas compactas, disparando con un buen rifle desde lejos al centro del rebaño sin apuntar siempre se le da a alguno.

 

        Por ello ese sobrenombre se lo mereció mejor cualquiera de los que años después, con el fin de vender las pieles a las industrias peleteras, masacraron muchos millones de esos animales casi extinguiendo la espe­cie, dejando la carne pudriéndose al sol, y a las tribus de los naturales del país muriendo de hambre en los fríos inviernos. Cody se hizo empresario y fundó un circo que rodó durante muchos años por las principales ciuda­des del Este americano; fue como la corroboración de las patrañas narrati­vas de los periodistas embusteros, cada fábula que surgía en los periódi­cos la incluía, la ampliaba y la escenificaba en su espectáculo, ya de por sí propagandístico de su egocentrismo y alentador del odio hacia los aborí­genes, representando escenas humillantes para aquel valiente pueblo de hombres dignos del mayor respeto.

  

        - Está poniendo a mis colegas en la picota - adujo entre risas Rupérez.

  

        - Siempre he admirado a los periodistas, a los verdaderos periodistas. Al personaje honesto que publica la verdad pese a quien pese, al perspi­caz que intuye la gran noticia donde nadie la ve, a quien se juega la vida en un frente bélico para informar con exactitud de lo acontecido en las bata­llas, a quien convierte el periodismo en un arma contra la opresión, la tira­nía, el abuso, los privilegios, la injusticia,...

  

        - Así es el periodismo actual, en el siglo XIX eran principiantes en la faena y resulta lógica su inexactitud.

  

        - Únicamente un tres o cuatro por mil de los reporteros actuales son auténticos periodistas, el resto no pasan de ser simples empleados simila­res a los administrativos de cualquier oficina. El profesional genuino y mag­nífico ha de nacer, ni siquiera precisa estudiar el oficio, quien vale lo lleva arrai­gado en la sangre. Esos laboriosos cursos, en algunos países son incluso ridículas carreras universitarias, resultan inútiles si el aspirante no tiene cualidades. ¿De qué serviría hacer estudiar años y años a un hom­bre o mujer piano, solfeo y las técnicas del canto si su voz no es apro­piada? Creo que los estudios de periodismo se han instituido con el fin de tamizar la avalancha de nenes y nenas hijos de papá, que precisan una licenciatu­ra con la mira de tener así completado su pedigrí en la sociedad y escogen esta porque les parece más idónea a su idiosincrasia.

 

        Añada a esa multitud con el título enmarcado en la pared, el cual nunca usarán por no poseer aptitudes, quienes si ejercen y en lugar de periodistas más parecen porteras de barrios bajos, verduleras de mercado, vecinas de ciudadelas míseras o rameras de precio ínfimo, pasando días y noches durmiendo en un vehículo cerca de una puerta ajena, al ace­cho de una visita que pueda ser comprometedora, de conseguir realizar una fotografía obscena, inmersos en desaforadas críticas de conducta de toda clase de personajes baladíes, a los que califican de famosos tan sólo con la inten­ción de poder justificar sus sueldos, asistir a las fiestas de aquellos y creer que ­son importantes con la ejecución de su vergonzosa y rastrera tarea, llenan­do de oprobio su reputación en las páginas de las revistas amarillas, espe­cializadas en satisfacer la repelente curiosidad de las gentes ignorantes y de baja estofa que las adquieren.

 

        - Prosiguiendo con el tema anterior. ¿Y Billy el Niño, también nos han engañado en las películas que de él se han producido? - quiso saber Pas­cual Pons.

  

        - Le explicaré algo intentando ratificar lo que estaba diciendo. Si usted y yo tratamos de escribir una historia de algún personaje nacido hace un par de siglos, es casi lógico que al investigar con distintos métodos y en distintas fuentes confrontemos nuestros libros y encontremos en ellos dife­rencias sustanciales. Un sujeto cuyas aventuras comienzan a publicarse estando él vivo, muere a los veintiún años y los investigadores de sus co­rrerías no han de remontarse siglos atrás sino que le conocieron en perso­na y estuvieron viviendo prácticamente a su lado, habrían de redactar una biografía exacta, ¿no es así?

  

        - Desde luego - afirmó el dentista.

  

        - Entonces consulte en las hemerotecas estadounidenses y en los pe­riódicos de la fecha de su muerte leerá cosas como éstas: Pat Garret le disparó un tiro en el corazón, en otro diario informa que el disparo le atra­vesó la cabeza, unos afirman que se encontraba en casa de un conocido y otro, éste si es gracioso, que le sorprendieron en su castillo donde se hallaba rodeado de sus mujeres,... como si tuviera un harén. No es broma, es textualmente auténtico, creo recordar que fue el Daily Graphic de Nueva York. Sin embargo, dirán ser esas las noticias sensacionalistas del mo­mento, de primera hora, y luego su biografía dejará claro lo ocurrido. Exis­ten varias que están al alcance de cualquier lector en casi todas las bibliotecas, sólo le comentaré el principio y comprobará que tergiversan los hechos dejando en el aire la posible leyenda. Todas coinciden en que su infancia hasta los doce años está oscura por completo, cosa lógica en aque­lla época de inmigraciones masivas. La versión más aceptada es que su madre, casada o no, tuvo el niño en el gueto habilitado para la avalancha de irlandeses en Nueva York.

 

        La parte ya documentada, entre comillas, sitúan a la familia en Nue­vo Méjico donde en las tres novelas de su vida que recuerdo haber leído ocurre lo siguiente: En una el chico asesina a un lavandero chino a puñala­das en su establecimiento robándole, en otra es a su padrastro a quién asesina a puñaladas mientras duerme, en ambas historias aseguran tenía unos doce años y en la tercera cuentan que el primer delito fue guar­dar lo robado por un amigo en la lavandería de un chino, sin asesinato esta vez. ¿Cree que es necesario seguir? Eso ocurrió ocho o nueve años antes de su muerte y muchos reporteros estaban residiendo en aque­llos parajes enviando fábulas sobre él y otros tipos. ¿No es sospechoso que los relatos se contradigan aún hoy siglo y medio más tarde? Es una natural conse­cuencia del negocio, una biografía exacta y verdadera de un asesino de poca monta dejaría en ridículo las películas realizadas y sin futuro las que pueden todavía efectuarse.

  

        - Eso está bien claro - reconoció Pons - ¿Y el resto de la historia hasta su muerte?

  

        - Si antes decía lo peligroso que es un individuo siempre armado al po­der tener reacciones violentas, hágase una idea como será un psicópata, dado que ningún ser normal asesina fríamente y menos aún desde tan temprana edad si nos atenemos a lo leído sobre él. Al sentirse ofendido por una simple mirada considerada molesta, o no prestarle la atención que su vanidad pretendía, sacaba el arma matando al ofensor, quien no se podía defender unos al ir desarmados y los que llevasen armas al no espe­rar un ataque por un motivo tan insólito, muriendo sin entenderlo. Eso siem­pre que sea verdad haber matado a unos veinte hombres, ase­vera­ción limitada a la opinión de aquellos oportunistas y exagerados periodis­tas.

  

        - Usted hace conjeturas y críticas, sólo ve defectos. ¿Quién demonios cree que somos los hombres estadounidenses? ¿Acaso piensa que la raza norteamericana está compuesta por una partida de imbéciles? - espetó Tracton enfadado, dando excusa al árabe para que siguiese desgranando su crítica empapada de bilis.

  

        - La semilla inicial del pueblo estadounidense fueron los asesinos, ladro­nes y prostitutas inglesas, escoltados luego por oleadas de fanáticos reli­giosos y puritanos sectarios a los cuales no aguantaban en Europa, segui­dos por una invasión lenta, que ya fue constante, de aventureros, maleantes, timadores, atracadores, asesinos y rateros del Viejo Mundo célebres entre las autoridades, que ya les conocían hasta de espaldas y buscaban terreno virgen allende el mar para sus desmanes, los cuales acompañaban infiltrados a una ava­lancha descomunal de campesinos analfabetos europeos sin tierra, quie­nes por fin conseguían una propiedad netamente suya y podían cultivarla sin robarles el producto de su trabajo los aristócratas dueños de las mis­mas. Hombres y mujeres de diversas condiciones que, si eran honrados y pacíficos, desesperados ante las tropelías y abusos tenían que dormir con una es­copeta sujeta a la cabecera de la cama.

 

        Un par de millones de chinos, que trajeron para trabajar en los ferro­carriles y de los cuales, como mínimo, cuatro quintas partes de ellos quedaron enterrados junto a las vías. Otra avalancha millonaria de irlandeses, que al producirse en Europa la misteriosa enfermedad de la patata eran presa del hambre por millares en su desdichada isla. Los italianos, señor Spinola, que con su fértil fecundidad han rellenado al completo los huecos de las jóve­nes naciones, América entera desde el norte al sur, Australia y otros países, y los judíos, señor Brochard, cifras también millonarias, aun­que muy pocos se movieron del Este porque lo suyo es negociar y los nego­cios estaban siempre en la parte más civilizada.

 

        Todos traían su particular sueño americano, enriquecerse rápido y sin esfuerzo pasando por encima de quien fuera, incluida su propia madre si fuese preciso hacerlo. Esto forma el núcleo principal del pueblo nortea­mericano. Orientales, contentos por ganar dinero y que algún día podrán regresar a su país de origen donde pasar sus últimos años, llevándose para ello en el mismo barco un lujoso ataúd que dará envidia a los paisa­nos de su aldea. Irlandeses, quienes a pesar del hambre y la miseria de su isla siguen soñando en volver a ella, ricos a poder ser. Italianos, que ala­ban a América por hacerles olvidar las penurias de su tierra natal, pero lloran desconsolados al escuchar una canción napolitana, y los judíos que primero son israelíes y después del país en el que viven.

  

        - Así que según usted, cada norteamericano tira hacia sus orígenes y en nuestra estirpe no hay luchadores que sientan, peleen y mueran por su patria americana.

  

        - En su estirpe, si puede llamarse así a la gran variedad de etnias, na­cionalidades y culturas que la componen, existen dos pueblos que han sido y serán por siempre auténticos luchadores. Los nativos del país, los verdaderos americanos, grandes guerreros, valientes, con honor, tradición y respeto y los de raza negra traídos como esclavos arrancados de sus tribus en África, donde sus antepasados eran jóvenes luchadores en un mundo de continua pelea por la supervivencia. Al resto de la nación les parece que tienen bas­tante con luchar para sobrevivir día a día si son pobres, acumular más fortuna los que ya son ricos y escalar el poder los políticos, financieros, legisladores y una multitud de oportunistas.

  

        - Orientales, irlandeses, italianos, judíos, indios y negros. ¿Eso es todo lo que ha encontrado en los Estados Unidos de Norteamérica?

  

        - Por supuesto que no, están los descendientes de los condenados, de las prostitutas, de los religiosos intransigentes, de la diversidad canallesca, de las oleadas de campesinos y una minoría selecta de gran­des cerebros. Estos últimos, eran individuos con ideas progresistas, que hubieron de salir de Europa por no poder desarrollarlas allí y por fin encontraron la oportuni­dad de hacerlo en América. Esas inteligencias preclaras, el dinero y la li­bertad hicieron que ellos y des­pués sus descendientes inventaran, indus­trializaran, investigaran, estudiaran y tecnológicamente avanzaran hacien­do que su nación haya ido dando impulsos continuos hasta nuestros días en la vanguardia mundial de la ciencia.

 

        - ¡Menos mal, por fin tenemos algo positivo! - ironizó el americano.

  

        - ¿Acaso cree que los demás vemos solamente lo negativo de su cultu­ra? Personalmente les admiro en algunas facetas de su forma de vida, mas hay otras que me exasperan, por ejemplo...

  

        - Olvídese de América por favor - intervino de nuevo Merino con un ges­to infantil suplicante preocupado por el cariz que había ido tomando la conversación - cuéntenos alguna historia en la que no intervengan los es­tadounidenses.

  

        El emir después de apurar el contenido de su vaso de horchata, se atusó su corta y bien cuidada barba mientras movía la cabeza en actitud pen­sativa.

 

        - La verdad es que hoy me siento desacostumbradamente charlatán e incluso agresivo, me parece haber sido muy des­cortés con usted señor Tracton, le ruego me disculpe. Creo que iré a mi camarote a descansar un rato porque sien­to una extraña sensación de mareo y malestar - se excusó el árabe, que abandonando la reunión se encaminó algo vacilante hacia la zona central del buque.

  

        José Antonio Olivares, un traductor madrileño de unos setenta años, muy alto, ágil y dinámico a pesar de su edad y escaso de carnes, se acercó a la barra cogiendo el recipiente de la horchata y acercándoselo a la nariz.

 

        A continuación hizo una seña al camarero.

  

        - ¿Dónde está la jarra en la cual pusimos las dos copas de vodka cuando em­pezamos a hacer inventos el señor Merino y yo, que la guardó usted al llegar los demás? – se dirigió alarmado, hablando en voz baja al empleado que se había acercado a su llamada.

  

        El camarero estuvo trasteando detrás del mostrador.

  

        - No lo sé, no está aquí.

  

        - Como que ha servido la horchata del emir en esa misma jarra.

 

        El mozo abrió los ojos desmesuradamente.

  

        - ¿Quiere decir que está borracho? - cuchicheó entre risitas Tracton.

  

        - ¡Dios mío! Ese hombre me matará - se asustó el camarero.

  

        - El no lo sabe toda vez que no habrá sentido nunca esa sensación; no obstante, debe tener un principio de cogorza y le ha dado peleona.

 

        Mientras hacía esta afirmación, Merino olfateaba la jarra imitando a Oli­vares.

  

        El camarero estaba aterrado.

 

        - Me despedirán en cuanto se queje a mis superiores.

  

        - Ni hablar de eso, aquí no ha ocurrido nada. ¿Entendido? - Olivares se encaró con los compañeros, que asintieron en silencio - Nadie mencionará este asunto y el emir pensará que se trató de una indisposición pasajera sin asociarla con la bebida.

  

        - ¿Qué pretendían hacer con ese vodka? - recriminó Antonio Serrano, comisario de policía retirado.

  

        - Merino iba a fabricar una sangría con una receta especial, y al llegar ustedes solamente habíamos puesto dos copas de vodka y le dijo al camarero que lo guardara hasta luego, y cuando el emir le pidió una jarra de horcha­ta aquél debió de coger de nuevo la que estábamos usando, sin darse cuen­ta de que en el fondo de la misma se hallaba el vodka. Al ser transpa­rente ese licor le pasó desapercibido - contó el traductor Olivares.

 

        - En cuanto duerma un par de horas se levantará como nuevo y hoy tenemos unos menús ideales contra las resacas - recetó el juez Vidal.

  

        - No comprendo su costumbre de leerse la carta del mediodía de arriba hasta abajo mientras desayuna y la de la cena cuando come a mediodía, pare­ce una manía la comida para usted - censuró Atilano Puente.

  

        - Lo contrario de usted que nunca le he visto comer a sus horas.

  

        - ¿A qué horas?

  

        - A las horas en las cuales se debe desayunar, comer y cenar.

  

        - ¿Por qué?

  

        - ¿Cómo que porqué? Por estar así estipulado.

  

        - ¿Por quién?

  

        - Por la costumbre, las buenas maneras, la sociedad...

  

        - Es cierto,... somos unos animales de buenas maneras y costumbres formando una sociedad ridícula en lo referente a las comidas.

 

         - ¿Qué tienen de ridículas?

  

        - Se ha de comer cuando se tiene hambre, no en el momento decreta­do por la sociedad o las buenas maneras. En la época en que éramos unos trogloditas, al despertarnos por la mañana salíamos de las cavernas a comer lo que encontrábamos, los que se hartaban a esa hora no ten­drían apetito hasta las tres o las cuatro de la tarde y los que ingerían me­nos lo volverían a hacer a las once o las doce. Es la forma más sana de vivir, comer al sentir necesidad de hacerlo y en la cantidad que realmente te apetece, la absurda estipulación de horarios y de cantidad exacta de platos que se han de consumir solo trae problemas digestivos. La gran ceremonia montada alrededor de la comida, puede tener su origen en las hambrunas que a lo largo de la historia hemos padecido los humanos, y estar bien surtidos es una satisfacción que debe celebrarse devorándolo en grupo con el fin de dar gracias a Dios por tenerla. Algunos agradecidos, incluso lo hacen con una oración.

  

        - También sirven para reunir a la familia en armonía y char­lar de todo un poco en el calor del hogar - apuntó Miguel Arnau, jubilado barcelonés del ramo textil.

 

         - La familia puede reunirse en cualquier momento del día si desean cam­biar impresiones y lo harían mejor que durante la pitanza, ya que una de las cláusulas de las dichosas buenas costumbres dice que comiendo no se habla al resultar de mala educación.

 

        - ¿Entonces qué horario sigue usted? - inquirió el abogado Aguirre.

 

        - Ninguno, como al tener hambre. Por la mañana siempre me despierto dispuesto, mas desayuno lo que me apetece en aquel momento, consumir un menú fijo, lo cual es norma en algunos países o grupos sociales, siem­pre lo mismo, me desesperaría. Unas veces hago desayunos sencillos y otras abundantes; en los primeros vuelvo a sentir apetito apro­ximadamente al mediodía y en los segundos no vuelvo a probar bocado hasta las cinco o las seis de la tarde, cuan­do el cuerpo me lo pide.

  

        - Eso no es natural - rezongó Vidal.

  

        - Querrá decir que no es social, lo antinatural es fomentar esa pompa y protocolo exagerado que rodea a las comidas, algo tan sim­ple, rutinario y necesario como el respirar y le dan la importancia de un acontecimiento festivo similar a la con­secución de un diploma. Reunirse a una hora exacta será para algunos el suplicio de esperar, al no haber podido apenas desa­yunar por problemas del trabajo y está desesperado por aca­llar el estóma­go, el cual le pide a gritos la ración desde horas antes de la cita; otros que han desayunado bien y bas­tante entrada la mañana, su problema será comer sin apetito evitando desairar al resto de los comensales. Eso añadi­do a la cantidad quizás elevada de platos considerados necesarios por el anfitrión, el vestir de etiqueta si es un compromiso y decir "esto está estu­pendo" aunque sepa a rayos, es la ridícula hipocresía que se cierne sobre la mal­dita manía de reunirse con la voluntad de comer a una hora fija, en vez de dejar al organismo de cada uno marcar el momento de alimentarse.

 

        - El comer es un placer - sentenció el valenciano.

 

         - El comer es una necesidad, lo hemos convertido mentalmente en un placer porque produce la satisfacción de no pasar hambre, terror que nos atenaza el subconsciente. Por otra parte, los profesionales han logrado que los alimentos, todos sin excepción, puedan ser considerados como joyas de la cocina. Media un abismo entre los preparados actuales y la carne cruda o mal asada sin sal ni especias de los cavernícolas, incluso de los platos exquisitos y refinados de los patricios romanos, los cuales se atibo­rraban con los más sabrosos bocados hasta no poder más, luego iban a los vomitorios y haciendo cosquillas en su garganta con una pluma provocaban el vómito, desalojando el estó­mago, y así podían seguir paladeando los ricos manjares, era la forma de poder acallar ese subconsciente que se aterra ante la posibilidad de no tener comida. Haciendo alarde de derrochar las viandas nos autosugestio­namos intentando no creer en ello. La totalidad de los banquetes son organizados por eso y, además, para dar envidia a los vecinos.

  

        - Puede que tenga razón, pero yo opino igual que el señor Vidal. El comer es un placer - alegó el alemán Otto Holtz.

 

        - Desde que se convirtió en un placer comenzaron los problemas de nues­tro aparato digestivo y la innecesaria acumulación de grasas en nues­tro cuerpo. Te sientas a la mesa y si tienes apetito trasiegas el primer plato, que si es fuerte tal vez resultaría suficiente, mas supongamos que no y tomas un segundo, ya estás al completo sin necesitar más; sirven un nue­vo plato y entre no querer despreciarlo por educación y que tiene un as­pecto magnífico, te lo comes, cuando el "depósito asimilador de los garban­zos" estaba a un nivel óptimo para efectuar bien su trabajo, luego sacan un pastel y no puedes resistir la tentación; al final tu estómago está tan repleto que habrás de pasar, como decían los antiguos tragaldabas lati­nos, por los horrores de la digestión. A un animal suminístrale comida has­ta que se sienta al completo, cuando compruebes que tiene su apetito satisfecho dale una golosina o un hermoso filete, lo olerá, te mirará diciéndote con los ojos: "A buena hora desgraciado", y lo que hará es sujetarlo entre sus dien­tes y esconderlo en lugar seguro hasta volver a sentir hambre. Su instinto supera en eso a nues­tra inteligencia que únicamente nos provoca úlceras, cólicos, indigestiones y obesidad.

  

        - Al hacer tres comidas siempre a la misma hora hemos acostumbrado nuestros organismos a que sientan apetito cuando se acerca el momento, raras son las excepciones en las cuales llegado éste no sintamos hambre. Creo que sólo es cuestión de costumbre - razonó Rupérez.

 

        - Les pondré otro ejemplo, hoy he desayunado fuerte, posiblemente no volveré a probar nada hasta media tarde, ustedes lo han hecho a la hora acostumbrada y con el menú habitual. ¿Han quedado satisfechos? ¿Han engañado a su organismo no cubriendo sus necesidades?

  

        - Por supuesto que hemos quedado satisfechos, hemos desayunado lo suficiente para seguir funcionando a la perfección - aseguró el juez.

  

        - Entonces por qué están fastidiando a su aparato digestivo comiendo sin cesar el contenido de esos platillos que el camarero nos pone en el mostrador, avellanas, almendras, cacahuetes, gambas, aceitunas,... no paran de ingerir y su estómago no estará muy contento con la adición continua de alimentos que prolonga indefinidamente su digestión. Así que dígame señor Vidal: ¿Engañó a su organismo al desayunar no dándole lo suficiente o lo está engañando ahora?

 

        - Ahora,... ahora lo estamos engañando y molestando. Esta insana cos­tumbre española de tomar aperitivos con las bebidas es la culpable. ¿Y qué me dice de la bebida? No prueba las tapas y, sin embargo, bebe alcohol. ¿Tam­bién es lo más saludable? ¿Nos pondrá otro ejemplo de algún animal que esté más sano por beber vino?

 

         - Desde luego que no - celebró Puente a carcajadas - en eso le doy la razón, el exceso en la bebida es mucho más perjudicial para la salud que los horarios fijos de las comidas, y, además, un maldito vicio como el fumar, que acabará por último con nosotros.

  

        - De todos modos no me ha convencido, sigo pensando que lo ideal es comer a sus horas y reunido con los amigos o la familia - machacó Vidal.

 

         - Sobre el placer de reunirse con los amigos, el lugar donde estamos, estas charlas y discusiones medio en broma, medio en serio, a veces es­clarecedoras del rencor oculto en el alma durante décadas, que surge im­petuoso gracias a un par de tragos de vodka, son el ideal. En una mesa llena de platos, botellas, vasos y demás cacharros repercute en más incomodidad. Con la familia, la reunión al anochecer frente al televisor o la chimenea re­sulta más acogedor que la dichosa mesa y la cena. Prescindiendo del ce­remonial que a través de los siglos se ha ido acumulando alrededor del fenómeno de las comidas, ha de convenir conmigo en que comer es sim­plemente una necesidad fisiológica tan importante como la de defecar lo que se ha comido, y a nadie se le ocurriría convertir esto último en un aconteci­­­­­­­­­­­­­miento social citando a sus amigos en el retrete a una hora exacta con el feliz deseo de evacuar juntos, pues algunos llegarán sin ganas y otros tal vez lleven horas aguantando por no desairar a los compañeros y se lo habrán hecho en los pantalones por el camino. Es la misma incon­gruencia.

  

        Todos rieron, incluso Aratore, que se encontraba ya totalmente relajado al comprobar que tras la marcha del emir de la reunión, los dos hombres del otro extremo del mostrador se habían desentendido de ellos por completo.

 

        De cualquier forma, pensaba que quizás hubiera de arrepentirse por haber emprendido este viaje de recreo en lugar de coger un avión directo a Venezuela.

 

        Durante su vida entera nunca disfrutó de un mes de vacaciones. No se podía llamar vacaciones a estar sin trabajar ocho o diez días esperando en cualquier momento una llamada urgente del capo para resolverle alguna estupidez.

 

        Esa fue la causa de embarcarse en este crucero que tardaría dos me­ses en arribar a América en un recorrido no sólo exótico y curioso sino extraordinariamente lujoso y relajante. Si el Málaga hubiera sido construido con la in­tención de dedicarse únicamente al transporte de viajeros de un lugar a otro, podría llevar muchos miles de personas en alojamientos muy confortables, pero con el lujo y amplitud de sus camarotes actuales y la gran cantidad de locales de atención y de entretenimiento puestos a disposición del pasaje, solamente le permitía admitir siete mil pasajeros para cubrir las plazas, en tanto que la tripulación y una larga lista de empleados, por el contrario, era mayor que la habitual de un trasatlántico con recorrido normal, con más de dos mil personas.

 

        Después de consultar cientos de ofertas en las largas y aburridas jorna­das que hubo de permanecer en la clínica de cirugía estética, hasta que se completara el ciclo de operaciones y ser dado de alta, escogió este cruce­ro un tanto atípico debido a que el itinerario era una novedad, pues­to que todos los viajes de placer alrededor del mundo cruzan el Mediterráneo y no circunnavegan África por el sur como iba a hacer este.

 

        La posibilidad de que ocurrieran a bordo crímenes, ya veía al emir de­gollado por aquellos tipos, o cualquier contingencia que hiciera salir en los diarios del mundo al buque le resultaba algo preocupante, aunque en el fondo se encontraba completamente seguro tras su nueva identidad.

  

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 FALSA DEMOCRACIA

 

 

ARGUMENTO:

        Críticas verdaderas sin piedad para los políticos, banqueros, juristas y demás ladrones de corbata que han pervertido la democracia.

         El tema de este libro es un breve resumen de lo acaecido en una hipotética tertulia desde el año 2.000 hasta mediados de 2.015, donde cada uno de los 70 personajes de acorde a sus ideas políticas, morales o religiosas se apoya o expone sus creencias y opiniones y discute si alguien las tiene opuestas a las suyas. Duros comentarios y críticas sobre los temas de actualidad que exponen los periódicos.

         Se discute de política, moralidad, homosexualidad, soluciones a la crisis, cambio del clima de España, religión, reindustrialización de la nación, del disparatado y dilapidador comportamiento de las comunidades, que se han convertido en un pozo sin fondo para derrochar dinero, manteniendo a 2.000.000 de parientes, amigos y amantes en empleos o empresas inútiles con excelentes sueldos de nuestros impuestos. Miles y miles de millones que no justifican y siempre piden más porque se han pasado en los gastos. El gobierno sin controlar esos gastos con una auditoria anual les sigue dando sin explicar al pueblo la causa por la que no para de esquilmar el erario público para satisfacer las exigencias de aquellos, parece que o bien está de acuerdo y se lleva una comisión, o se trata de que saben cosas de su partido y les hacen chantaje.

         En esta corrompida democracia cualquier cosa puede suceder.

 

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Capítulo I

 

        La costumbre de reunirse amigos, compañeros de profesión o gentes de similares inclinaciones ha sido siempre el origen de casinos, peñas o tertulias. Algunas famosas por la gran reputación de sus componentes o la popularidad de sus contenidos, otras, por el contrario, bastante modestas y comedidas, las más en torno a unas ideas o aficiones comunes entre los reunidos, las menos con una variada diversidad de motivos para formar ese conjunto compacto y fiel a la múltiple y heterogénea agrupación.

  

        Esta hipotética tertulia novelada no debe su nacimiento al estilo común pues ningún encuentro regularmente habitual fruto de la rutina entre políticos, taurómanos, futboleros, cazadores, literatos, etc. fue causa del comienzo de las reuniones, ninguna actividad, afición, profesión o creencia compartida con todos aquellos elementos, les motiva para sentarse en las sillas del Bar Restaurante Los Madroños Resecos con las orejas prestas a no perderse ni una coma de lo que allí se dice.

  

        Don Pepito Limón, de profesión relojero, hombre que ya pasa de los sesenta años, de elevada estatura y muy delgado, el pelo blanco pelado a cepillo, con una voz semejante a su carácter y su apellido, ácida, seca, fuerte y cortante, fue el iniciador del asunto en los últimos años del siglo veinte y constituye el alma y eje central de las reuniones, oficiando de mediador cuando las discusiones se ponen al rojo vivo, si no las motiva él.

  

        Habiendo organizado su trabajo para terminar la jornada a mediodía va a comer al bar que se halla muy cercano a su casa pues, a pesar de su edad, ninguna mujer ha conseguido arrastrarlo al altar y vive célibe y solitario.

  

        Desde el momento que una taza de café humea ante él, una vez concluida la comida y se vacía de comensales el amplio salón destinado a comedor, la concurrida tertulia comienza su desarrollo.

  

        Los temas que se tratan son de lo más diverso y los componentes son aún más dispares y variopintos. Nadie puede darse a sí mismo el título de socio contertuliano, ya que no es una reunión de socios o amigos, ni tampoco nadie podría negarlo si alguna persona quisiera arrogarse esa licencia, dado que cualquier individuo presente participa con completa libertad en el foro. Todo desocupado que tiene la tarde libre, o un fragmento de ella, va a escuchar y tranquilamente puede intervenir en las polémicas.

  

        Aquí no se van a reflejar estas imaginarias tertulias completas ni siquiera por días o meses consecutivos, la idea es exponer algunas intervenciones interesantes con las opiniones particulares de cada uno, que muchas veces no son compartidas por todos los asistentes, pues sería aburrido fabricar un relato de todas y cada una de las reuniones al completo, las cuales tendrían muchos momentos que a veces resultasen monótonos y sin valor de crítica, además de que esta novela tendría miles de páginas.

  

        Un juez, un abogado, tres médicos y un concejal, vecinos del bar, que son bastante asiduos a las charlas vespertinas, darían una falsa impresión sobre el nivel social o un posible círculo cerrado de profesionales cultivados a los allí reunidos, si no fuese porque también concurre casi fijo un barrendero municipal que procura concluir su faena diaria en aquella calle para pasar al bar, un chatarrero gritón más bruto que un arado, media docena de actores cómicos muy mediocres que actúan diariamente en un teatrillo cercano y, como buen ejemplar de asistencia fija, el limpiabotas del local.

  

        A finales de siglo en los días siguientes a la dimisión de José Borrel, la inmensa mayoría de las discusiones lo tuvieron de protagonista y aún hoy, pasado algún tiempo, alguno de los presentes no se decidía a terminar de exponer sus hipótesis.

  

        Este era el caso del médico Don Receta Matasanos, cuya fobia al PSOE era bien conocida de los tertulianos.

 

        - ... y no hace falta hacer tanta conjetura sobre un asunto que está clarísimo. El cacique viendo que se descubrían todas las falsas empresas por ellos creadas que con ficticios o inexistentes estudios, informes y asesoramientos encubrían las millonarias comisiones de los bancos por dejarles manejar los fondos gubernamentales de Correos, las loterías, etc. y de las empresas nacionales que privatizaban y casi regalaban a consorcios para cobrarles el precio real a través de los falsos trabajos de esas empresas, se alejó del centro de la vida pública acomodándose en una especie de hibernación, algo parecido a estar metido dentro de una bola de hielo sobre la cual los problemas jurídicos se estrellan o resbalan. (1)

 

        Pero puede sacar a capricho la cabeza de esa bola y controlar en la sombra el cotarro. Puso al frente del partido a ese señor incondicional suyo que parece querer dejarse la barba y nunca le termina de crecer, y para distraer al personal y sus simpatizantes y que no piensen demasiado jugaron a las primarias. Le salió la base respondona y eligieron al que se afeita. El otro había prometido irse si no lo elegían, pero el jefe supremo le hizo aguantar mientras “aconsejaba” al elegido que fuera él quien le pidiera públicamente quedarse. Después de meses y zancadillas hubieron de dejarle ejercer de candidato, porque el asunto ya era demasiado notorio y hasta los más confiados se daban cuenta de la rabieta de los cabecillas y buscaron una ocasión para quitárselo de encima.

 

        Por fin la encontraron, nunca sabremos si esa investigación sobre los supuestos amigos corruptos tuvo un empujoncito alevoso de la cúpula socialista, pero el caso es que las cosas han vuelto al cauce programado desde el principio y vuelve a estar al frente el que perdió las primarias, que irá sembrando de dudas, problemas o imprecisiones el devenir del partido según las órdenes del cabecilla para que ante los fracasos electorales y el lento e incierto porvenir la masa de la base pida por aclamación el retorno del antiguo director, cuando éste considere que es el momento oportuno y fuera de peligro para romper el casco de hielo y resurgir como una mariposa que sale lozana y pura de su capullo. (2)

  

        - Siempre será usted el mismo, no deja de atacarnos sin cesar – se quejó Don Engracio Rascatechos, oficial pintor de brocha gorda, socialista de corazón y con solera, ya que su bisabuelo fue amigo personal del fundador Pablo Iglesias.

  

        - No te mosquees con él, lo conoces ya de sobra, los fascistas tienen que rebuznar de vez en cuando o si no les sube la tensión arterial - celebró con risotadas Don Margarito Tapaelpito,  representante de una famosa marca de preservativos.

  

        - Dejen de pelear y hablemos de cosas serias, el asunto de Yugoslavia, por ejemplo. Ayer en el Ayuntamiento tuve la ocasión de hablar con un serbio que vive aquí en Madrid y me explicó el tema desde su punto de vista. Dijo que si los miles de marroquíes que estamos dejando asentarse en Almería para trabajar en las faenas agrícolas van proliferándose hasta el extremo de llegar a ser más numerosos que los habitantes españoles, llegarán a tratar a éstos con creciente agresividad abusando de ellos por ser inferiores en número. Por añadidura, luego pedirán la independencia o la anexión a Marruecos de Almería. De ese modo tendremos en nuestro propio país un ejemplo exacto de lo que les ha pasado a ellos con Kosobo, habría que echarlos por las buenas y si no militarmente por las malas y puede venir la OTAN a machacarnos diciendo que somos unos asesinos y practicamos la limpieza étnica, por tratar de defender nuestra patria y su integridad - intervino Don Sopaboba Matalaraña, concejal del ayuntamiento de la ciudad de 66 años y militante del PP.

  

        - Perdonen mi intromisión – habló un cliente no habitual a quien ninguno conocía – soy de origen albanés y quisiera responder a los razonamientos que le ha dado ese hombre serbio. La mayor parte del territorio que forma hoy el rompecabezas de las naciones serbia, croata, eslovena, macedónica, montenegrina, bosniaca, albanesa y aún mucho más, pertenecía hace 2.000 años a las provincias romanas de Mesia e Iliria. Los albaneses somos ilirios, llevamos históricamente reconocidos 4 ó 5.000 años en esa zona. Los serbios no aparecen en la historia hasta principios del siglo VII, eran una pequeña tribu eslava que moraba al norte de los Cárpatos, en la provincia polaca de Galitzia, donde los ávaros los absorbieron como a otras muchas tribus y entraron con ellos en los Balcanes devastando e incendiando todas nuestras tierras y bosques convirtiendo el territorio en un desierto. Ellos se creen con derechos sentimentales sobre Kosobo porque en el año 1.389 se libró la batalla decisiva contra los turcos en la llanura kosobar. Batalla y guerra que ganaron los turcos, así pues no sé que veneran de aquella epopeya, tal vez el hecho de que el sultán turco muriese en ese combate, cosa intrascendente pues sus hijos siguieron al frente de la batalla y el mayor asumió el sultanato.

 

        Realmente consideran esa batalla perdida el principio de su lamentable historia, que ha colmado de problemas a nosotros y al resto del mundo. Si esos tardíos invasores serbios quieren con eso arrogarse derechos sobre el territorio completo y sobre Kosobo en particular, qué no podríamos alegar nosotros los llamados hoy en día albaneses que llevamos milenios viviendo, riendo, llorando, luchando y muriendo como ilirios en todo lo que es actualmente la Iliria fragmentada. Dígale a ese señor que no necesitamos su consentimiento para entrar en Kosobo, son ellos los extranjeros advenedizos. Que vuelvan a Polonia de donde no debieron de salir nunca.

  

        - Por eso hay que acabar ya con Milosevic – dictaminó Matasanos.

 

        - Milosevic es el malo, según la OTAN, mas si con el fin de afearle su conducta y forzar su dimisión se pasan dos meses machacando a los inocentes ciudadanos a bombazos, no sólo se ponen a su altura, sino que le superan como asesinos. El lanzar una única bomba que matase a una persona, o que la hiriera levemente, o mejor aún que no alcance a nadie pero haga llorar aterrorizado a un niño, es suficiente motivo para escupir a la cara de los jefes de la OTAN – se explayó Rascatechos.

  

        - Cuando se fundó la ONU, con la prepotencia de los vencedores, se establecieron los privilegios de los de siempre. Dieron derecho a voto simple a todos los países y reservaron para sí mismos el derecho a veto, a poder decir NO, Y CÁLLATE QUE AQUÍ MANDO YO, así como ser miembro permanente del Consejo de Seguridad a los poderosos. Rusia en un lado y en la parte opuesta Inglaterra y Francia para que apoyaran a USA, además de la China Nacionalista, otro satélite incondicional y así los caciques de la política eran cuatro contra uno. Los europeos siguen sumisos al Tío Sam, sin embargo tuvieron que ceder los privilegios de los chinos nacionalistas a la China continental. Hoy Rusia ha caído a plomo y USA no está dispuesta a que ella ni China puedan vetar nada que los americanos deseen hacer, por ello cuando quieren atacar a una nación lo hacen ellos e Inglaterra sin consultar con la ONU ni con su puñetero padre. Al recibir críticas por aquello, últimamente lo ha soslayado usando la OTAN y metiendo en el ajo a los idiotas que estamos enganchados en ella - dijo el experto en artes marciales Don Karakatre Kakafú, dueño de un gimnasio de los alrededores.

  

        - Sólo ve intrigas por todas partes, la guerra está motivada por un lógico rechazo a los asesinatos de la llamada limpieza étnica - valoró de nuevo Matasanos.

  

        - ¿Creen ustedes que esto es una lucha solidaria por defender los derechos humanos? - la estridente risita de rueda oxidada de Doña Ventrecha Chafalmejas, poseedora de un puesto de pescadería en el mercado municipal, ferviente discípula de Don Carlos Marx, y cuyo carné del Partido Comunista enseñaba siempre orgullosa por ser de una fecha muy remota, se extendió por el local - El arsenal de la OTAN tiene ya bastantes años y todos los misiles caducan, la materia explosiva se deteriora, la electrónica queda anticuada,... Gastar muchos billones de pesetas llevando su enorme equipamiento destructor a las fábricas, desmontarlo, cambiar los chips y un puñado de kilos de matarile nuevo y más destructor, es una tarea muy costosa y no reporta beneficios, pero gastarlos a mansalva en una guerra con bombardeos masivos continuados hasta dejar los arsenales vacíos y comprarlos nuevos y más modernos, ese es el negocio y Milosevic el pretexto. Si algún día nuestros políticos nos confesaran lo que hemos de pagar al mercado americano por reponer los arsenales de la OTAN, nos íbamos a quedar pasmados.

  

 

Capítulo II

 

         - En Mayo eran ocho los candidatos y por último en julio solamente eran cuatro, Rosa Díez, Matilde Fernández, Bono y un tal Zapatero. Por fin se terminó el desbarajuste de tan prolongado tiempo de la directiva del PSOE después de la dimisión de Almunia, ahora ya tenemos un nuevo secretario general - se regocijó Don Engracio Rascatechos.

  

        - Si, parece que ese tal Zapatero ha salido elegido de rebote, los fieles a Guerra y Borrell que tenían a Matilde Fernández como candidata, al ver que su odiado colega Bono la superaba en votos ordenaron apoyar al otro que ganó de esta forma inesperada a Bono por solamente nueve votos. Ahora habrá que esperar lo que hace este desconocido, o es un digno estadista inteligente o un patán que a la larga tengan que decirle los que le han votado, vete a tu pueblo y recuerda el refrán "Zapatero, a tus zapatos" - opinó la elegante y escultural prostituta Señorita Carmín Tetashuecas.

  

        - La finalización de una más de esas falsas treguas que anuncia ETA, que les sirve para abastecerse, organizarse y preparar nuevos atentados ha corroborado su estrategia, se han ido lejos de su casa a Andalucía y allí, que nadie esperaba la llegada de los asesinos han matado a un miembro del PP y casi a otro del PSOE. No veo yo un final cercano a esta carrera de asesinatos - murmuró el juez Don Sentencia Mazomadero.

  

        - El pueblo vasco quiere la independencia y como se la niegan en las conversaciones políticas, se han lanzado a cometer actos delictivos - adujo Don Mediahostia Mendi, sacerdote católico vizcaíno, afiliado al PNV.

 

        - ¿Actos delictivos?¿Acaso se dedican a robar gallinas? Crueles, sanguinarios y traidores asesinatos de personas inocentes, esos no son simples actos delictivos ¿Es que usted aprueba esos crímenes? - censuró airado Don Tricornio Malaleche, guardia civil licenciado.

  

        - No por Dios, desde luego - afirmó el sacerdote.

  

        - No se les da la independencia porque no se puede permitir que una parte de nuestra patria se rompa para satisfacer el ansia de poder de unos cuantos ambiciosos sin escrúpulos - acusó el guardia civil.

  

        - Los vascos siempre hemos sido autóctonos y esa parte de su patria era la nuestra y nos pertenece, nadie consiguió sacarnos de nuestros montes, ni siquiera los romanos único invasor que se apoderó de toda España - se exaltó Mendi.

  

        - Usted parece que solamente ha estudiado teología, no desvaríe ni sueñe con epopeyas inexistentes - se introdujo en la disputa el dueño de un quiosco especializado en venta de bocadillos Don Jamón Ibarra Depan.

  

        - Bueno, no recordaba que usted es navarro - dijo el sacerdote Mendi pasando de su mesa a la contigua donde estaba el señor Ibarra - Navarra ha sido el primer esta­do vasco de la historia a pesar de que antes fue sojuzgado por los roma­nos. Los nacionalistas vascos siempre hemos estado pidiendo su anexión a nuestra autonomía e independencia.

  

        - Sigue sin tener ni idea. Navarra no fue el primer estado vasco de la historia, ha sido el único. Además, si ustedes han pedido la anexión de Navarra a su autonomía es por asegurar cínicamente que en el pasado fuimos una especie de vasallos suyos. Estúpidos embusteros arrogantes. Las actuales Navarra, Álava, Zaragoza norte, Huesca y los Pirineos del Oeste hasta los terrenos anexos del suroeste de la Francia presente era la tierra de los verdaderos vascones. El mal llamado actualmente País Vasco estaba ocu­pado por pueblos de origen celta, los cuales no opusieron resistencia a los romanos porque estos no se molestaron en ir a buscarlos en las montañas más que en esporádicas incursiones para capturar algunos esclavos. Su objetivo primordial en principio era asentarse en las llanuras productoras de cereales ocupadas por los vascones, que fueron anexionados al imperio romano después de muchas guerras y pactos.

  

        - Vascos, vascones o vascongados es un nombre castellano para apo­dar a los euskaldunos y eso somos nosotros, los que vivimos en euskal herria.

  

        - Es el nombre de los enemigos que Roma encontró en su lucha por conquistar el alto Aragón, Navarra y Álava, a los cuales no les dieron otro título que el País de los Vascones y así consta en los auténticos relatos históricos de Ro­ma. A ver si ahora usted veintitantos siglos después trata de demostrar que los castellanos, a los cuales aún les faltaba más de un milenio para ser creados y aparecer en el mapa, les dijeron al oído un mote pidiéndoles que lo pusieran en sus escritos. Usted siendo sacerdote católico de la curia latina sabe perfectamente que loescrito en latíncomo vasco se lee uasko, puesto que la v era en realidad la u en latín. Y desde luego no cabe duda que trataban de decir nuestro nombre lo más exacto posible.

         ¿Cómo se castigaría al que entrara en el museo del Prado y quema­se los cuadros de Velázquez o Goya?      

         Del mismo modo deberíamos con­denar a esa camarilla de sacerdotes de su tierra que han destruido nuestro acerbo cultural, nuestro idioma que era quizás el más antiguo del mundo que aún se hablaba, al inventar un idioma nuevo destrozando el original. Ese diccio­nario de ninguna legitimidad que se han inventado ustedes, en el cual han recopilado a medias y a su gusto en uno tan sólo los ocho dialectos en los que estaba dividido, según los sabios lingüistas decimonónicos, el idioma vasco que habla­ban en las distintas regiones, añadiendo por otra parte a su libre albedrío derivadas del hispano latino la gran cantidad de palabras modernas y civili­zadas que por ser un idioma arcaico no poseían de origen, además de inventarse asimismo los vocablos que a lo largo de los siglos se han perdi­do. En ese diccionario espurio, repito, el apelativo de vasco, según uste­des, se escribe y pronuncia euskal.

  

        - No le permito que nos insulte.

  

        - Siempre que les dicen las verdades que ustedes se empeñan en ocul­tar hablan de insultos y sacrilegios para zanjar la discusión a su favor, pues todo el verdadero pueblo vasco tiene ganas de hacer algo más que insul­tarles. Si por mí fuera les haría comerse todos los diccionarios y la literatura que han inventado a los causantes de ese crimen con nuestro lenguaje, que ahora ya ha perdido toda credibilidad mundial sobre su autenticidad y por culpa de ustedes es ahora un idioma tan lamentable, ridículo y con tan poca base literaria como el que han inventado los jóvenes para enviarse mensajes económicos por el móvil, omitiendo letras y mutilando palabras. Además, para impedir el rechazo y las contramedidas que pudieran emprender los eruditos para frenar ese desmán, han traducido a toda velocidad miles de obras literarias famosas y han obligado de forma dictatorial a la gente de la región a aprender a hablar y escribir esa estúpida jerga inútil.

  

        - Si esas personas de reconocida solvencia dicen que se llama euskal, seguro que es así.

 

         - Que hace más de veinte siglos los romanos les llamaban uasko resulta indudable y comprobable, por lo tanto las lucubraciones de sus colegas nos traen sin cui­dado. Y para corroborar lo que he dicho y no venga a repetirme la estupidez de que son inventos de Castilla, tenga en cuenta que los francos nominaban a quienes habitan el actual territorio vas­co francés wascones, y sonando su “w” como una “u” un poco gutural y cada siglo más acentuada, hoy parece más una “g” que una “u” y les de­nominan gascones, pero nunca “euscones” ni cosa parecida, que es un maldito invento suyo.

  

        - Este es el verdadero idioma de los vascos - casi gritó Mendi, enarbo­lando un pequeño diccionario que llevaba en el bolsillo.

 

         Ibarra se lo arrebató de un manotazo, abriéndolo por la primera página.

         - Observe el alma vasca de este infame diccionario, abal por aval, aban­donu por abandono, abangoardia por vanguardia, abantail por ventaja, abantzatu por avanzar, abarkatu por abarcar, abdikatu por abdicar - pasó varias páginas - y es todo igual mires donde mires, armada por ejército, armairu por armario, armamendu es armamento, armazoi es armazón, armonizatu por armonizar, aro es igual en las dos lenguas, arpoi es arpón, y ahora le ponen una “a” delante para desfigurarlo y arrada es rada, arraia es raya, arraio es rayo. Hombre esta es buena, arrakada es como el espa­ñol “arracada”, que es un arete para la oreja con un adorno colgante y no procede de una palabra ibera, ni siquiera latina, sino árabe, al qarrat, que significa eso exactamente: el pendiente.

         ¿Que hace esta palabra árabe en el diccio­nario vasco?

         Demostrar que lo han destrozado, nos han destrozado el idioma hasta el ridículo. Y sigue el truco de poner la “a” delante para desfi­gurar la palabra española: arrambla es rambla, arraro es raro, arrankatu es arrancar, arrasatu es arrasar, arraspatu es raspar, arrasto es rastro, arra­toi es rata, espere que ahora recuerdo una cosa - comenzó a pasar hojas - aquí está, la basura animal, el estiércol o abono se llama ongarri, sats o simaur, esto es vasco puro y auténtico, pero el excremento humano, se les ha escapado y al no encontrarlo le han encas­quetado el nom­bre de kaka, como se enseña a decir a los niños pequeños, del latín cacare que significa cagar.

         Y ahora que veo en la contraportada el calendario, las cosas que los vascos hace tres mil años nunca conocieron, como el concepto de semana, mes o año y el nombre de los meses, que cada lenguaje occidental aunque algo cambiado se rigen por los nombres europeos que lo inventaron, leo que semana es aste, mes es hilabete, año es urte, de donde habrán sacado estas palabras, y los nombres de los meses veo que abril es apiril, marzo es martxo, mayo es maiatz, y agosto es abuztu, ladinamente distorsionados del original pero aceptables. Ahora bien, que enero sea urtarril, febrero otsail, junio ukain, julio uztail, septiembre irail, octubre urri, noviembre azaro y diciembre abendu, vuelvo a preguntarme de donde habrán sacado esos curas las palabras. Seguro que jugaban con unos dados con letras en vez de puntos y aquello que salía si les sonaba bien le afirmaban y si no repetían la jugada. Si no fue­ra porque me dan ganas de llorar al ver cómo han humillado y destrozado nuestra lengua me partiría de risa, malditos entrometidos pedantes y re­pulsivos.

 

        Ibarra arrojó el diccionario sobre la mesa y Mendi lo recogió con rapi­dez, mientras le argumentaba al navarro.

 

        - Nosotros éramos montañeses, el pueblo euskaldun no pudo ser bati­do de sus montañas.

  

        - Vuelve a soñar. El imperio romano era dominante y hasta cruel para sentar precedentes y atemorizar a sus enemigos. Los leridanos, ilergetes o ilerdetes creo que se titulaban, pues la actual ciudad de Lérida tenía antiguamente por nombre Ilerda y sus habitantes eran grandes guerreros, les hicieron frente al igual que los vasco­s y a pesar de ello después de guerras y pactos nos terminaron por convencer a ambos quedando ya en su censo. Los cántabros y los astures les ofrecieron una enorme resis­tencia amparados en sus terrenos montañosos y les costó mucho tiempo y sangre dominarlos, todas estas guerras puede leerlas cuando quiera, fueron escritas con un esmerado detalle por los historiadores romanos sin omitir cualquier pormenor por muy inhumano que fuese. No obstante, so­bre esa fortaleza de sus montañas que usted presumía antes que existió una resistencia imposible de vencer, solo comentan de pasada que algu­nos jóvenes bárbaros montañeses de los terrenos que hoy son Vizcaya y Guipúz­coa, que no tenían nada que ver con los vascos, bajaban a la llanura para buscar encajar en aquel nuevo pueblo alis­tándose en sus legiones.

  

        - Sigo sin verlo claro y no quiero discutirlo, mas los habitantes de mi tierra eran los euskaldunos.

  

        - Son datos consta­tados completamente que la parte oriental de Cantabria y la occidental de Vizcaya contemporáneas estaba poblado en una franja de norte a sur por los autrigones, un pueblo de origen celta, los berones vivían en gran parte de la Rioja, en el resto de Vizcaya los caristios, en Guipúzcoa los várdulos y en el norte de la actual Álava los dos últimos entremezclados. El centro y sur del territorio de Álava también pertenecía al País de los Vas­cones.

         Ese deseo formulado antes por usted para que Navarra formara parte del mal llamado País Vasco resulta ridículo, nosotros fuimos la madre de esas comarcas y les dimos nombre. Los verdaderos vas­cos somos en territorio español los ahora denominados navarros, y tam­bién los alaveses, que llevamos nuestra sangre y nuestro idioma a esas regiones; no estando de moda todavía las limpiezas étnicas, lo más lógico es que domináramos y nos mezclásemos con los várdulos, caristios y autrigones quienes adoptaron nuestra lengua y costumbres. Por eso, re­sulta una ironía que traten de ser los auténticos habitantes de la tierra vasca. Es como si cualquier joven república africana franco parlante, pretendiera testimoniar que son los auténticos franceses, pidiendo a Fran­cia anexionarse a su jurisdicción y su lenguaje intentando hacerles un fa­vor, o peor aún pretendiendo tener derechos de conquista sobre ellos.

 

        - ¿Y de qué forma se apoderaron del actual País Vasco si ya eran es­clavos de los romanos? Esa es una historia sin base alguna.

  

        - No éramos esclavos, sino aliados y hombres libres. Los vascones se integraron en el pueblo romano siendo ciudadanos con todos los dere­chos, muchos de sus hombres jóvenes formaban parte de las legiones en la totalidad de los confines de su imperio. Roma tenía variados sistemas con el propósito de someter a los pueblos a su sumisión, si era preciso masacrarlos con excesiva crueldad para dar ejemplo e infundir temor a las tribus vecinas y que no se opusieran a su anexión al imperio, lo ha­cían y también si podía asimilarlos encauzando su belicosidad en beneficio del imperio tomaba ese camino. En el caso de los vascos lo hizo de esta última manera, por compensación de la alianza entre ambos y con su be­neplácito, les indujo a extender su territorio, que siempre quedaría bajo el poder romano sin haber precisado usar sus legiones, las cuales por otra parte nutrían con vascones deseosos de aventuras y buen botín. Esa expansión vascona fue motivando la desaparición de las diferencias triba­les y los pueblos que iban quedando bajo el dominio vascón, su Vizcaya y Guipúzcoa actuales, sus autrigones, caristios y várdulos antiguos, a los que se les inculcaba la lengua y costumbres vasconas, los romanos los llamaron vasconicatus, pronunciado uasconicatus, que significa: hecho vascón, convertido en vas­cón, y de ahí salió en español la palabra vascongado. Por eso no se equi­voque, nosotros somos según rezan las inapelables fuentes verídicas de los escritos latinos de hace mas de dos milenios uascos o uascones, en español vascos, y los que fueron asimilados por vascos son uasconicatus, en español vascongados, nuestra colonia o conquista que fueron convertidos en vascos.

         No se debe olvidar que el asesinato de Julio César ocurrió porque éste, confiando en la palabra del Senado que le brindó su absoluta protección de forma engañosa con la desleal idea de dejarlo indefenso, licenció a su guardia personal, famosa por su dureza y vete­ranía, compuesta en su mayoría por vascones que le habían servido des­de las guerras de las Galias. La guardia personal del emperador Augusto años después era íntegramente de vascones. Cuando siglos después se deshizo el imperio romano y dejaron de dominar España comenzando la era visigoda en el país, nuestro territorio siempre estuvo en total rebeldía contra ellos. Estuvi­mos integrados con los romanos pero no quisimos hacerlo con los godos, peleando y saqueándolos continuamente.

         Incluso en el momento en que el último rey godo Don Rodrigo reci­bió la noticia de la invasión árabe por el sur en el año 711, llevaba con su ejército asediando desde hacía meses la ciudadela de Pamplona, fundada por Pompeyo ocho siglos atrás. Tiempo después de la fulminante invasión sarracena, los vascones también participaron en las reconquistas junto al pionero reino asturiano.

         La actual región denominada de manera impropia País Vasco, estuvo en esa época bajo el dominio alternativo o simultáneo de los monarcas asturianos y vascones y más tarde de los reyes castellanos y vascones, hasta que tras muchos avatares en el año 1.200 el rey de Castilla Alfonso VIII tomó esas provincias, las cuales desde entonces sin interrupción han estado unidas a Castilla. Así que ustedes han sido siempre un terreno de con­quista y ocupación de uno u otro monarca, nunca han sido un reino, ni un estado, ni una nación, ni siquiera una raza concreta.

  

        - Esta historia será buena para usted que sueña con protagonismos, grandes sabios han relatado el acontecer del pueblo euskaldun de otra forma - se rebeló Mendi.

  

        - ¿Esos grandes sabios son el pueril, pedante, racista y xenófobo Sabino Arana mientras estuvo en el entorno jesuita, que debió ser él y sus compañeros jesuitas quienes cambiaron el uasco por eusko? Me imagino que dirían cambiemos esta palabra porque sino los castellanos harán chistes con su parecido con asco, y al igual que el otro jesuítico actual, Arzallus, se creía superior a todos, por la sangre especial de los vascos con su RH divino, pues debido a su absurda leyenda el pueblo vasco es descendiente directo de un nieto de Noé.

         Según este mito ridículo e irrisorio, la lengua vasca fue traída directamente desde el paraíso por su antepasado Túbal, sin que existan mezcolanzas posteriores ni derivaciones de otro idioma, como en el caso del castellano con respecto al latín, lo que de alguna manera confería a los vascos, simultáneamente, la condición de pueblo elegido por Dios, con el valor añadido de no haber participado en la muerte de Cristo, como ocurrió con los judíos.

         Cuando Unamuno en sus estudios defendió el origen ibero de nuestro pueblo y nuestra lengua, Arana le insultó, se enfadaron y se distanciaron, por no creer Unamuno en la extravagante e infantil historia que acabo de contar, en la cual el subnormal de Arana creía en su pedante racismo y xenofobia a pie juntillas.

         ¿También son grandes sabios sus colegas actuales que por su cuenta y riesgo han desbaratado y desacreditado nuestro idioma para siempre y han hecho que dos o tres generaciones enteras pierdan el tiempo aprendiendo ese absurdo invento suyo, que a la larga la razón y la presión de los eruditos conseguirá que desaparezca del mapa? A ninguno de uste­des les agrada reconocer los verdaderos hechos, que se pueden resumir en esto: Las zonas señaladas hoy en día con el nombre de País Vasco ni eran vascas ni siquiera conocían nuestras costumbres ni nuestro idioma. Fueron ocupadas por los verdaderos vascos y quedaron supeditados a ellos durante siglos hasta la Reconquista. Tan sólo a partir de los tiempos en que comenzó la lucha contra el invasor árabe, el dominio de esos terre­nos fue compartido con otros monarcas. Finalmente su oligarquía estaba compuesta por auténticas familias vasconas que se establecieron allí desde hacía siglos, por descendientes de ellos mezclados con los pueblos anteriormen­te asentados y los no integrados convertidos en siervos o esclavos, cosa lógica en aquellos tiempos que no implicaba odio ni violencia, solamente un hecho natural de mando, usufructo y soberanía.

 

        - Son divagaciones y conjeturas sin base alguna.

  

        - ¿Quiere pruebas? Le diré algunas. En todos los pueblos grandes o diminutos, con renombre de grandes gestas o en el anonimato de la más oscura y tranquila existencia, se ha usado desde siempre el nombre gené­rico de las familias. Los pueblos germánicos añaden al apelativo del padre el sufijo de significado filial y si el padre se llama Cristian, el apellido de sus hijos será con una aproximada pronunciación española de Cristian-son o Cristian-sen, según las variantes de la lengua original. Las diferentes clases en que se divide la raza celta por el contrario lo ponen como prefijo y en sus variantes lo anteponen al nombre del padre, Mac Cristian, O'Cristian, etc. Los habitantes de los países eslavos también poseen unas desinencias para alargar y especi­ficar el nombre paterno, muy variados por estar sus lenguajes muy diversificados, yendo desde el sufijo of hasta el vich pasando por varios más, siempre bajo nuestra pronunciación inexacta española. Los árabes y los hebreos tienen ese distintivo del antepasado sumado a su propio patro­nímico, así Hasam ben Casim deja bien claro ser esa persona así califica­da, Hasam hijo o descendiente de un tal Casim. Los romanos poseían el praenomen, equivalente a nuestra designación de pila, el agnomen o apelativo gentilicio y añadían un tercer nombre el cognomen, que era el denominador característico de la rama de su tribu, fraternidad u origen común de consanguinidad.

        Más tarde, el nombre paterno dejó de ser el apellido exclusivo de los descendientes; actualmente en todos los países e idiomas han añadido la inmensa cantidad de apelativos motivados por profesiones, modos de vida, apodos u oficios. De este modo podemos saber que alguien con un apellido de Sastre, Taylor, Sartore, Tailleur, Schneider,... no lleva ya la original distin­ción de su padre, sino el del oficio de “sastre” de un ancestral antepasado que originó la saga. Otros derivan de apodos, burlas o semejanzas con animales, por ello quien responde por Lamb, Agnello, Cordero, Agneau,... es que tuvo un primer pariente con cara de borrego y se quedó con el sambenito, aunque los actuales descendientes sean más parecidos a un lobo que a un manso cordero. Si ese antepasado fuese hombre de armas, ocupó alguna jerarquía, se le encasquetó un alias por sus cualidades morales, su dignidad o simplemente su lugar de procedencia, puede tener su linaje el apellido de Capitán, Mayoral, Alcalde, Concejal, Bueno, Galante, Caballe­ro, Alemán, Gallego,... y así disertaríamos durante horas.

         Sin embargo, concentrándonos en España tenemos las terminacio­nes is y es, de origen céltico latino y las az, ez e iz de origen ibérico y por lo tanto vasco, que componen los apellidos alusivos al padre o primer an­cestro designado con él. Según la región donde habitaban, los hijos de un Sancho tomaron el apellido Sánchez, Sanches, Sanchíz o Sanchís, los de un Hernando, Hernández, Hernandes, Hernándiz o Hernandis, los de un Lope, López, Lopes, Lópiz o Lopis, los de un Pero, Pérez, Peres, Périz o Peris,... Muchos apellidos que proliferan en el entorno de su gentilicio tie­nen unas raíces reveladoras. Nadie que se llame Rodrigo pondrá a sus hijos el ridículo patronímico de: “Pertenecientes a la casa Rodrigo” como si de una neta posesión se tratara, sino que le distinguirá por el nombre de pila atribuido, añadiendo a continuación: “Hijo de Rodrigo” o abreviando actualmente Rodríguez. Un nombre vasco normal es el suyo, mendi, que significa “monte”, mas el apellido Etxemendía, ¿qué origen le atribuye? ¿Casa del monte? ¿No será más apropiado perteneciente a la casa Men­di? Es decir, un esclavo de dicha estirpe, de la suya concretamente.

  

        - Naturalmente que es Casa del Monte, igual que Etxegarai es Casa Alta, Etxezuri es Casablanca, Etxeberria es Casanueva, Etxegorena es La Casa Más Alta,...

  

        - Algunos pueden ser lógicamente apellidos compuestos. Ahora bien, discrepando de lo dicho antes por usted, “la casa del monte” es etxekomendía; Etxemendía es al pie de la letra “La Casa Monte” a se­cas, o sea, “La casa Mendi” que ya tiene un significado de patente de pro­piedad como el impuesto a una carreta, una res, un caballo, un terreno o un esclavo. Por otra parte, yo recuerdo en estos momentos una gran can­tidad de patronímicos con la palabra “casa”, etxe, y, si exceptúan los que nombró anteriormente y alguno más, no tienen otro significado coherente que haber añadido esa palabra indicadora de posesión con el fin de dotar con ellos a los sirvientes y esclavos de esa fami­lia para distinguirlos poniéndoselo como apellido tras su nombre de pila, Etxeandia, Etxenike, Etxearri, Leguinetxe, Bengoetxe, Aguirretxe,... incluso del mío, Ibarretxe,... y poniendo un ejemplo que puede tener dos significados está Garaikoetxea que traducido puede ser un apellido vasco compuesto "La Casa de lo Alto, o Altura", o para calificar a un esclavo se traduciría como “de la Casa Alta”, que sería el nominativo de un esclavo de la familia Casa Alta, es decir, de la familia Etxegarai.

  

        - Es un apellido, “La Casa de lo Alto”, refiriéndose a una casa de montaña.

  

        - Para la montaña estaba ya el nombre que dijo usted que era el suyo.

  

        - Eso no importa, en castellano a una casa de montaña se le llama refu­gio y, además, cabaña, incluso barraca. Cada cosa puede tener varios nom­bres distintos.

  

        - Está empeñado en que sea solamente un apellido, yo le he dado las dos opciones.

  

        - ¿Porqué he de aceptar el doble sentido que desea usted enfo­carle?

  

        - Por ser dos opciones válidas y lógicas.

  

        - Entonces, según los navarros, es también lógico ser ellos los auténti­cos euskaldunos y que los llamados Países Vascos fueron sometidos y esclavizados por ustedes.

  

        - Vamos por partes. En primer lugar deje de llamarnos euskaldunos a las personas, euskera al idioma y euskadi a la región, ya que es un invento de Arana y sus colegas jesuíticos, afianzada esa mentira por la camarilla de curas ambiciosos actuales. Nosotros tene­mos el honor de llamarnos vascos o vascones en español, o bien uascos o uascones en ibero, nuestro idioma es el vascón y nuestro pueblo Vasconia, desde más de dos mil años, con el certificado irrebatible de los escritos históricos del Imperio Romano. En segundo lugar, son ustedes quie­nes tratan de erigirse en fundadores de nues­tro estado al pedir que nos anexionemos a su gobierno, como algo imperativo desde el instante en que surgieron las autonomías. Tal vez sea yo el primer navarro en enfa­darse y decir con claridad lo que piensa tratando de ponerles en su sitio con su ridícula pretensión. Y, por último, respecto a su afirmación de que sometimos a los llamados Países Vascos, el Vasco Francés estaba habitado por nuestros hermanos vascos auténticos, solo Vizcaya y Guipúzcoa fueron sometidas y sus pueblos no vascos sojuzgados y asimilados; Álava no la cuento por­que pertenecía también la mayor parte de su actual terreno a nuestra raza. Incluso los habitantes de Huesca y del norte de Zaragoza tienen más estirpe vasca que muchos de los actuales vizcaínos y guipuzcoanos, pues eran nuestros hermanos antes de que los avatares de la Historia los encajase en otra región.

  

        - Lo cierto es que eso no lo había oído en mi vida y somos nosotros los que hemos luchado por las raíces, mientras ustedes se castellaniza­ban completamente. No solamente no se enfrentaron a la dictadura de Franco, sino que iniciaron la rebelión y le auparon contra la república y contra nosotros.

  

        - Aprovechando que ha usado ese gracioso verbo de “castellanizar” le diré una cosa. Nosotros, los ahora llamados navarros, vivimos con los tiem­pos, los romanos trajeron junto con sus ansias imperiales y de tributos una brillante civilización y nos apuntamos a ella, aunque de mala gana al principio, los visigodos no traían nada y nos opusimos totalmente a su su­premacía; siglo tras siglo hemos vivido y luchado a solas o ligados a reinos vecinos con mejor o peor fortuna, hasta llegar a la unidad del estado espa­ñol fundiéndonos en una sola nación y afrontamos las circunstancias su­mándonos en sus conquistas, en sus fracasos, en sus logros y sus proble­mas. Tenga en cuenta que he dicho estado español, no estado castellano, Castilla se difuminó en ese país como el resto de los pueblos que lo com­ponemos, y solamente ustedes la sacan a relucir con la ilusión de argu­mentar sus peticiones.

         Y respecto a Franco, que lo usan de comodín para decir al mundo lo mal que se portó con ustedes, deberían hacerle un monumento en lugar de criticarle, ya que ha sido su hada madrina. Cuando se rindieron a él en la guerra civil, ya había recibido una comisión del clero y los caciques in­dustriales de la zona pidiendo un trato especial de favor a las provincias a cambio de esa rendición, y ese dictador, cuyo nombre usan siempre como si fuera el coco, cumplió su palabra y derrochó dinero, prebendas y permi­tió que se instalaran allí las industrias más lucrativas para que pudieran vivir mejor que el resto de los españoles, por esa razón los vizcaínos y los gui­puzcoanos se han engreído hasta el extremo de creerse superiores al res­to de sus vecinos.

         Conforme al refrán que dice: “De afuera vendrán y de tu casa te echarán”, a los alaveses, que son los únicos auténticos vascos de ese falso País Vasco, les apodan habazorros, o sea, sacos de habas, a todas las familias del resto de España que llegaron en masa para hacer crecer la industria y darles el poder que no saben digerir, les llamaban despectiva­mente coreanos, por estar en aquella época la guerra de Corea muy re­ciente, luego los apelativos se tornaron burlescos de todo tipo: chocholos, maquetos, etc.

         Cuando iban a Madrid en autobuses para alguna excursión siguien­do a los equipos de fútbol tiraban monedas por la ventanilla en plan des­pectivo al pasar por Medina del Campo, Burgos o cualquier otra población, creyéndose Cresos los pobres ilusos, y para demostrar que comen más y mejor que los demás españoles, sus aficiones preferidas son aso­ciaciones gastronómicas. Todos los detalles que determinan la estupidez del muerto de hambre que de repente vive mejor que todas las generacio­nes de sus antepasados y creen ser el ombligo del mundo.

         Ahora que, gracias precisamente a Franco, son uno de los más ri­cos territorios de España, quieren cambiar la autonomía por la indepen­dencia y, a ser posible, arrastrarnos a los navarros como si fuésemos sus lacayos. Cuando un pueblo es sojuzgado y maltratado por sus vecinos, es lógica su ansia de independizarse, pero cuando viven en la opulencia y la bus­can es porque detrás de ese deseo se esconde una avidez de poder de un puñado de bellacos codiciosos, que animan engañando a sus conciudadanos a enemistarse con los paisanos de siempre, a los cuales empiezan a consi­derar adversarios que detentan el poder central, con el fin de crear odio hacia ellos y fomentar la ruptura de esa unión milenaria para sus desho­nestos fines. Los políticos de pocas luces que nunca llegarían muy lejos sueñan con altos cargos en un pequeño país donde la competencia inte­lectual y profesional es menor. Los curas que jamás pasarían de párrocos ya se ven nombrados obispos y cardenales en tan minúsculo estado y los industriales encumbrados como máxima potencia económica de la nueva nación diminuta. A ninguno les importa los problemas del pueblo llano, tan sólo su ambición desmedida.

         Tampoco les importa usar en su beneficio idiomas y culturas ajenas para inventarse una historia. Nuestra lengua, raza y los avatares de ellas, ya en plena Edad Tecnológica o Edad Cósmica, en este tercer milenio que acabamos de iniciar, tiene para nosotros mucho más de tradición cos­tumbrista que de reivindicaciones, estamos siempre en la punta del progre­so y no vivimos de recuerdos legendarios. Los ciudadanos de la región, siendo como usted unos cuantos auténticos descendientes de los linajes vascones, otros muchos los bas­tardos de nuestras mezclas y el resto descendientes de los esclavos del pueblo vasco y, de forma verdaderamente ridícula, también los miles de españoles no vascos que se afincaron para trabajar en sus fábricas que soportaron y siguen soportando ellos, sus padres y sus abuelos sus desprecios, humillaciones, burlas y apodos tratan de arrogarse unos derechos que nadie les ha otorga­do, luchando por actualizar una lengua, que han destrozado amañándola a su conveniencia, y una historia y una bandera falsas que se han inventado, cuando nosotros los verdaderos vascos habíamos archivado, nuestras auténticas lengua e historia, aún estando orgullosos de ellas, en nuestro folklore tradicional.

  

        - No solamente le han destrozado su idioma vasco, los curas desde el año 1.939 que Franco les dio carta blanca son los únicos que tienen permiso para fabricar los diccionarios de latín. Cualquier estudiante que tiene esa asignatura se desespera si le mandan traducir, por ejemplo, un fragmento de las guerras de las Galias ya que muchas palabras no están en los diccionarios escolares. Cuando los romanos conquistaron Grecia, que era mucho más culta que ellos, adoptaron a su idioma un enorme porcentaje de palabras griegas y las de mayor uso no aparecen en los diccionarios casi ninguna. ¿Cual es la causa? Que el latín lo ha monopolizado el Vaticano como lengua oficial suya y no puede permitir que haya esa cantidad de palabras de origen griego, porque la Iglesia Ortodoxa Oriental tiene el griego como lengua oficial y a Roma no le gusta que haya competencia lingüística. Como compensación le han añadido palabras inventadas por ellos a las cuales les ponen un pequeño crucifijo delante para distinguirlas. El latín auténtico es el alma del español, francés, italiano y muchos otros lenguajes romance, si quieren usarlo como lengua del Vaticano con esas mutilaciones de los vocablos griegos, que lo hagan para ellos pero no se puede permitir que editen los diccionarios españoles con esa lengua amañada para que nosotros y nuestros descendientes no podamos reconocer el origen y la etimología de nuestras palabras. La Real Academia Española debía intervenir en este asunto, editar un diccionario latino clásico tamaño escolar y ordenar la retirada de todos los adulterados - glosó Don Olimpio Oensucio, profesor de griego.

 

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 NEGOCIOS CRIMINALES

 

 ARGUMENTO:

        Como todas las historias legendarias del oeste Americano esta es una narración de audacia, valor y honradez de unos cuantos y de depravación, bandidaje y asesinatos de otros muchos.

 Los primeros van por la vida sin engaños con la verdad por delante y los otros esconden sus sucios intereses y crímenes bajo una falsa apariencia de gente honrada.

         Acción desde el primer al último capítulo y un poco de intriga para entretener, divertir y solazar a los aficionados de los relatos de este tipo.

         Desafíos, mujeres hermosas, hombres feos por fuera con su porte y por dentro con su sucia conciencia y batallas campales, de todo un poco.

 

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Capítulo I

 

          Fred Norton vio venir hacia él un taburete y se lanzó debajo de una mesa. No había visto que aquel refugio ya estaba ocupado por una de las mujeres del saloon y su cabeza se introdujo entre las almidonadas enaguas de la fémina, que lanzó un agudo y potente grito.

 

        Cuando pudo sacar la cabeza de aquel enredo y medio incorporar su maltrecho cuerpo la chica cambió de actitud y le abrazó.

  

        - Oye guapo, deja a esos tipejos limpia letrinas y quédate conmigo.

  

        - Bien quisiera cachonda mía pero no ¡Puedooo! - gritó al sentir una puntapié en los riñones - Lo siento tengo trabajo - añadió mientras agarraba el pie del cerdo que volvía con malas intenciones y se lo retorcía con saña.

  

        Le hizo caer boca abajo y se tiró encima de él dándole un puñetazo en el cogote que le clavó los cuernos en la tarima.

 

        Se puso en pie de un salto lateral para evitar a otro elemento que se había tirado en plancha contra él y pasó como un bólido a su lado e hizo la limpieza a lo largo del local.

 

        Quedó la tarima como un espejo y cuando terminó su aterrizaje casi en la puerta del saloon el tipo llevaba encima seis kilos de colillas, polvo, desperdicios, serrín y todo lo que habían escupido los clientes a lo largo del día. Lo que se dice un asco.

 

        Mientras tanto su amigo Nevada lanzaba a uno de sus adversarios contra la estantería llena de botellas de detrás del mostrador. El estropicio fue monumental.

 

        Asió por el cuello a dos individuos haciendo chocar sus cabezas entre sí con un desagradable sonido a nuez cascada.

 

        Cogió una pesada mesa como si fuera de cartón y usándola de escudo detuvo la rápida carrera de un tipo que venía embalado hacía su vientre con la cabeza gacha.

 

        Como remedio podía ser doloroso pero su efectividad era indudable, no le quedó un piojo vivo en la parte alta de su calabaza.

 

        Viendo llegar a uno de espaldas dando traspiés por el impulso de un puñetazo de su compañero, le agarró por el cuello y el fondillo del pantalón empotrándolo en una estantería de detrás de la barra que se había salvado cuando estrelló al otro imbécil. Ahora sin esos estantes carcomidos y las botellas de buenas marcas rellenas del whisky más barato del mercado, quedaba la pared virgen y limpia de basura.

 

        Observando que Fred estaba en apuros se plantó en dos zancadas a su lado, lo habían acorralado entre tres. Agarró a dos de ellos por el cuello y sujetos como los tenía giró como un tiovivo haciendo un vacío alrededor y cuando la velocidad era extremada los soltó.

 

        Uno salió volando limpiamente por encima de los batientes directo a la calle y el otro se estampó en la balaustrada del barandal de la escalera de acceso a la planta alta rompiendo varios balaustres.

 

        De un salto se le subió un tipo a la espalda y con las manos en su rostro apretaba los ojos de Nevada con la intención de reventárselos. Éste cogiendo sus brazos, por cerca de las muñecas los separó de su cara y con un impulso enérgico hizo que volteara sobre él cayendo al suelo por delante. Para castigar su ataque asesino de ojos mientras caía le levantó los brazos para que con su peso e impulso se le rompieran los huesos de los antebrazos. El alarido del rompedor de ojos se debió de oír a una milla de distancia.

 

        Fred recibió un golpe por la espalda con un asiento que se hizo astillas cayendo al suelo, momento que aprovecharon tres hombres tirándose encima de su espalda para no dejar que se levantara y le golpeaban sin cesar por todo el cuerpo y le hubieran hecho mucho daño si no acude su compañero a ayudarle.

 

        Nevada cogió del cinturón a dos de ellos lanzándolos a derecha e izquierda y el tercero lo apartó de encima de su compadre levantándolo cogido el pelo, ocasión que aprovechó Fred para apartar el rostro del suelo y darse la vuelta. Como tenía cerca de él la cara del tipo que Nevada estaba levantando asido por los pelos le atizó un puñetazo con toda la rabia que tenía por los golpes recibidos y le abrió un ceja que comenzó a sangrar en abundancia, manchándole aún más la ropa que ya estaba hecha una pena.

 

        Como habían visto la efectividad de romper sillas sobre estos dos para poder dominarles en el suelo, cuando terminaba Nevada de levantar al elemento de la ceja rota le estrellaron una silla en su espalda que se desintegró, pero él no era Fred y no solamente no cayó al suelo sino que se volvió hacia ellos y tal como tenía cogido al tipejo lo usó como un látigo para que con sus botas rasgara, golpeara o machacara el rostro de los tres que le habían dado el silletazo. Fue tan grande el impulso que al salir disparado después de afeitar a sus colegas con las botas Nevada se quedó con un gran puñado de pelo en sus manos. Le había dejado calvo del cogote y parecía un fraile franciscano.

 

        Entretanto Fred peleaba con dos que le iban arrinconando contra la escalera, debajo de ésta apareció uno a sus espaldas, iba armado con un grueso garrote y le dio un soberbio leñazo en la nuca mandándole al mundo de los sueños.

 

        Eliminada la mitad de las fuerzas enemigas todos los empleados, los que aún se podían arrastrar, fueron a por Nevada, el primero que se puso a tiro recibió un brutal puñetazo que le hizo salir por la ventana mientras sus dientes volaban hacia el piano.

 

        Cuatro hombres saltaron sobre él y lo sujetaron. Murphy el Guapo, dueño del local, que había permanecido escondido a la espera de que sus hombres le resolvieran el problema, creyó llegado el momento de demostrar quién era el jefe.

 

        Salió de su escondite bajo la barra atizando un puñetazo en la mandíbula de Nevada con todas sus fuerzas. El golpe sirvió para espolear la furia del atacado que con una inverosímil sacudida despidió bruscamente a los que le sujetaban lanzando su puño demoledor contra el dueño del local.

 

        La nariz de Murphy el Guapo se estrujó de tal forma que parecía que acabaran de aplastar un tomate maduro, la sangre le salpicó hasta las orejas.

 

        Fue lo último que vio Nevada pues se había acercado demasiado a la barra y el barman le propinó un brutal culatazo en la sien con la escopeta que siempre tenían detrás del mostrador.

 

 

 

 

        Fred Norton abrió los ojos volviéndolos a cerrar rápidamente pues no veía nada. ¿Estaría muerto?

 

        De nuevo entreabrió los párpados prestando atención, alguien roncaba cerca de él y esos ronquidos los conocía de sobra, eran de Nevada.

 

        Tanteando se iba dando cuenta que estaba tumbado en un duro catre y trató de incorporarse. Le zumbaban los oídos y le dolían hasta las pestañas.

 

        Tardó una eternidad en conseguir ponerse en pie. Se mareaba y hubo de volver a tumbarse en el jergón. Todo era oscuridad a su alrededor y si no fuera por los ronquidos de su compadre creería que estaba en el Limbo. Pensando en eso volvió a quedar inconsciente.

 

        Le despertó un continuado sonido metálico vislumbrando la claridad del amanecer entrando por un ventanuco situado sobre su lecho.

  

        - ¿Ya habéis regresado al mundo de los vivos?

  

        Fred apartó la vista del ventanillo girando su cabeza hacia la derecha y lanzando un lamento al sentir un fuerte pinchazo en la nuca.

 

        Allí estaba un tipo con una placa en el pecho tras unas rejas y en sus manos un gran manojo de llaves, cuyo tintineo le había despertado. Se sentó en el catre mirando a otro cerca del suyo donde estaba Nevada durmiendo como un bendito.

  

        - ¿Qué demonios hacemos aquí? - preguntó Fred en un susurro.

  

        - ¿No te acuerdas de lo que hicisteis anoche?

  

        - Si,... recuerdo que tuvimos una pequeña pelea.

  

        - ¿Una pequeña pelea? De donde has sacado a ese bisonte que te acompaña, el matasanos ha estado toda la noche de trabajo haciendo reparaciones a más de veinte hombres.

  

        Nevada empezó a rebullir en su jergón. No era exagerado el apelativo que había usado el sheriff, pues medía siete pies y una pulgada de altura y pesaba casi trescientas libras, sin grasa, todo músculo. Dormía con los pies apoyados en el suelo ya que la longitud del catre solamente le llegaba a las rodillas.

 

        En ese momento entraron por el corredor otro tipo con estrella y un abuelo bajito con un maletín más grande que él.

  

        - Jefe, el doctor me pregunta si puede curar a esos dos.

  

         - Llevas toda la noche sin dormir Albert, no me digas que aún tienes ganas de trabajar - inquirió el de la placa.

  

        - Pues sí Barrow, y a estos los voy a remendar sin cobrarles ni un centavo. Menudo negocio he hecho esta noche gracias a sus víctimas.

  

        Le metieron en la celda con los prisioneros y comenzó la faena con Fred pues Nevada seguía durmiendo como un tronco.

  

        - Desnúdate porque tienes golpes hasta en el pensamiento.

  

        Obedeció Fred y el médico estuvo curándole. Excepto en la nuca que le hubo de coser unos puntos el resto eran pequeñas heridas y magulladuras.

 

        Cuando terminó su labor Nevada ya se había espabilado y se sometió también a la cura.

  

        - En el momento en que salgas de aquí ten cuidado con el dueño del saloon donde armasteis la juerga. Ha jurado mil veces esta noche que te mataría.

  

        - ¿Matarme a mí? ¿Por qué? - preguntó inocentemente el gigante.

  

        - Cuando vino corriendo a la clínica tenía la nariz que parecía una cataplasma de tomate y mostaza. Luego se le fue hinchando hasta parecer una berenjena y después de arreglársela yo lo mejor que pude se ha quedado sin su apodo. Antes le llamaban Murphy el Guapo, supongo que a partir de ahora le llamarán Murphy el Nariz de Alcachofa - rió el vejete.

  

        - Feo tenéis el panorama chicos - dijo el comisario que seguía apoyado en las rejas por la parte de fuera.

 

        - Si se pone pesado le arreglaré la nariz de un balazo - rezongó Nevada.

 

       - Para eso tenéis que salir de aquí y vuestro problema es una denuncia por destrozos valorados en más de dos mil dólares. Ya veremos el juez que sentencia os sacude.

  

        - Nosotros no empezamos la pelea, sheriff. Había jugado una partida y tuve suerte de ganar unos cientos y se echaron los empleados encima de mí para echarme del local y quedarse con el dinero - discrepó Fred.

  

        - Eso se lo tendrá que creer el juez y supongo que seréis dos testigos a vuestro favor y una multitud en contra.

  

        - ¿Que puede ocurrirnos?

  

        - Por tan alta cantidad la condena puede ser bastante fuerte. A no ser que dispongáis de ese dinero y lo abonéis al contado.

  

        - Aunque lo tuviéramos no le daríamos ni un solo centavo a ese cerdo - refunfuñó Nevada.

  

        El doctor recogió sus cachivaches y cerrando el maletín.

  

        - Si dormís ahora unas horas a media mañana estaréis como nuevos - informó el galeno mientras salía de la celda

  

        - ¿Qué hora es? - quiso saber Fred.

  

        - Las seis, a las once vendré a despertaros y os traeremos algo de comer.

  

        Los presos se dejaron caer en los jergones y no tardaron en volver a dormirse.

  

        No fue a las once sino a las diez y media cuando les despertaron pero no traían el desayuno. Lo que trajeron era otro elemento para encerrarlo en la celda contigua a la suya.

  

        - Ben Edwards, no me gustan los pistoleros y cuando informe al magistrado sobre la escabechina que ha hecho ahí fuera tendrá que salir de esta población y no volver nunca jamás. A no ser que el juez le quiera encerrar por algún tiempo - decía el sheriff enfadado al recién llegado, a través de las rejas.

 

        - Comisario ha sido una pelea limpia, cara a cara y ellos eran dos contra mí. Tenga en cuenta que si me he dejado desarmar y conducir aquí es por estar tranquilo respecto a mi responsabilidad. Pregunte a los testigos y se convencerá.

  

        - No me gustan los desafíos, si quieren matarse háganlo fuera de las calles.

  

        - No esperaba encontrar a esos tipos aquí. Yo he venido contratado para trabajar con uno de sus vecinos y tuve la sorpresa de tropezarme con esos piojosos.

  

        - ¿Que quiere decir que viene contratado por uno de mis vecinos? ¿Quién quiere contratar a un pistolero en este lugar?

  

        - Es cierto que se me conoce por cierta habilidad con las armas pero no existe ni una reclamación en ningún lugar contra mí. No olvide que soy un vaquero antes que nada.

 

        - ¿Quién le ha contratado?

  

        - El ranchero Walt Morrison. Le agradecería que le mandara aviso y él responderá por mí.

  

        El sheriff arrugó el entrecejo, pareció que iba a hablar pero dando media vuelta se fue dando zancadas por el corredor.

  

        - Me parece que nos vamos a quedar sin el desayuno - se quejó Nevada.

  

        - Eso me temo - rezongó su compañero poniéndose en pie.

  

        Fred Norton era un tipo bien parecido, alto, le faltaba una pulgada para los seis pies, robusto y sin grasa superflua, tostado por el sol, de mirada franca con sus ojos color marrón, con el pelo negro y ensortijado, pero ahora lo tenía sucio, manchado de sangre y pegado al cuero cabelludo. Su edad era de veintinueve años.

 

        Tanto él como su compañero tenían la ropa hecha un asco llena de sangre y roturas.

 

        Nevada se incorporó desperezándose y daba la impresión de que Fred se iba encogiendo a su lado a medida que aquel se levantaba. Catorce pulgadas de diferencia era un contraste notorio. Y luego su corpulencia resultaba impresionante, era un coloso.

 

        Sus ojos burlones de un gris diáfano, su cara pecosa y su pelo rojo como el fuego que indómito al peine le caía siempre en guedejas por la frente y las orejas, le daban un aspecto un tanto cómico que hacía desaparecer un poco la inquietud que su gigantesca presencia promovía. Tenía cuatro años más que Fred y llevaban casi ocho corriendo aventuras juntos.

  

        - ¿Os ha pasado una estampida por encima? - bromeó el recién llegado, tal era el desastrado aspecto de los dos.

  

        - Algo parecido - sonrió Nevada.

  

        Fred llamó a gritos al de la placa y apareció el ayudante que había acompañado al doctor.

 

        - ¿Qué queréis?

  

        - Agua para lavarnos y algo de comer.

 

        - Ahora os lo traeremos, no os pongáis nerviosos.

 

         - No estamos nerviosos, lo que estamos es hambrientos.

  

        A primera hora de la tarde se presentó el ranchero Morrison con el comisario y enseguida sacaron de su celda a Ben Edwards.

  

        - ¿Vosotros sois los de la pelea de anoche en el saloon de Murphy? - preguntó el ranchero cuando se iba y al ver el gesto de asentimiento que le hicieron con la cabeza, añadió - Si queréis trabajo podéis venir conmigo, os contrato.

  

        - Señor Morrison tienen pendiente el juicio por los daños, no pueden salir todavía.

  

        - Mirad muchachos os ofrezco un gran sueldo, sesenta euros al mes. Si os interesa hablaré con el juez para que valore lo que se ha de pagar y lo haréis a plazos. Responderé ante él por vosotros. Pensarlo y si aceptáis decírselo al sheriff yo estaré por la población hasta la noche.

 

        Y sin esperar respuesta salió con los demás.

  

        - ¿Qué te parece? - preguntó Nevada cuando quedaron solos.

  

        - No lo sé todavía ¿Cuánto nos queda en el Banco del Queso?

  

        Nevada se sentó en el jergón y quitándose la bota derecha saco un manojo de billetes.

  

        - Doscientos setenta y cuatro dólares - dijo tras contarlos y volverlos a guardar en el mismo sitio.

  

        - Como no te laves los pies alguna vez en lugar del Banco del Queso será el Banco del Estiércol - refunfuñó Fred arrugando la nariz.

  

        - Llevamos diez días de viaje sin quitarnos las botas y anoche que soñábamos con dormir en un hotel y darnos un buen baño mira donde hemos terminado.

  

        - Está bien, pero no te descuides a partir de ahora. La cara de los presidentes se pondrá amarilla y en vez de billetes de la Unión creerán que son de China.        

  

        - Anoche me quitaron todo el dinero que llevaba en los bolsillos. Estoy limpio.

  

        - Y a mí, además debieron de darnos más patadas que a una estera mientras estábamos inconscientes pues tengo cardenales en sitios que no recuerdo me hayan golpeado.

  

        - Posiblemente le debamos la vida al sheriff, si fue él quien nos sacó de allí.

  

        En ese momento acababa de entrar el sheriff.

  

        - No lo dudéis muchachos si tardo unos minutos más ya os hubiera encontrado colgados. Habían pasado las cuerdas por las vigas y teníais el lazo colocado al cuello. Hube de sacaros a punta de pistola, estaban como locos.

 

        Los dos amigos no pudieron evitar un estremecimiento.

  

        - Si eso es cierto le aseguro que no lo olvidaremos nunca. Si algún día necesita algo de nosotros nos tiene a su disposición.

  

        - Gracias chicos. Quiero hablar con vosotros sobre el ofrecimiento de Morrison. No sé si será por la paliza que le habéis dado a Murphy y su pandilla de ventajistas pero me resultáis simpáticos. Este ranchero tiene el equipo más bronco de la comarca, por el hecho de haber contratado a Edwards y quereros también a vosotros me da la impresión de que quiere ser más fuerte y temido. No me gustaría que os contrate él, sin embargo, hay dos razones que aconsejan hacerlo. Primera que el juez os dejará salir y pagar poco a poco sin sentencia y segunda, que Murphy no se atreverá contra vosotros si pertenecéis a ese equipo.

  

        Los dos compañeros se miraron.

  

        - ¿Qué hacemos compadre?

  

        - Aceptaremos a Morrison, por ahora.

  

        - De acuerdo hablaré con él para que vea al juez.

  

        Al anochecer estaban cenando en el hotel. Se habían bañado, afeitado y cambiado de ropa, parecían otros. Cenarían con tranquilidad y harían tiempo hasta que su nuevo patrón pasara a recogerlos como había dicho.

 

        Acababan de cenar y encender dos hermosos virginianos cuando aparecieron tres elementos que les llamaron la atención.

 

        No porque llevaran las manos apoyadas en la culata de sus armas.

 

        Ni por la cara de matones que tenían.

 

        Tampoco porque les miraran a ellos con muy mala uva.

 

        Les llamaron la atención por tener los tres la cara llena de morados y esparadrapos.

 

        No era necesario ser un sabio para adivinar que aquellos elementos habían disfrutado en la fiesta de la pasada noche y venían a darles las gracias por sus atenciones.

 

        Fred se levantó lentamente. Nevada con disimulo izaba la mesa un par de pulgadas y metía la punta de la bota bajo la pata de aquella, mientras se iba levantando también despacio.

 

        - Supongo que venís a traernos una invitación para la próxima fiesta que dará en su saloon nuestro querido anfitrión Nariz de Morcilla.

  

        - Mejor aún, una invitación para que toméis posesión de unos terrenos bien situados y con bellas vistas que nuestro jefe os va a comprar en la colina de las botas.

  

        El comedor quedó completamente desierto en dos segundos y medio.

  

        - Estos huelen peor que el Banco del Queso ¿Viste como ha salido la gente en cuanto les ha llegado el tufo?

  

        - Peor vais a oler vosotros dentro de unos días - amenazó el que parecía llevar la voz cantante.

 

        - Fred, por favor… no llores - dijo Nevada mientras lanzaba contra sus enemigos catapultada la mesa con la ayuda del pie y ésta junto con vasos botellas y platos golpeaba desconcertando a los provocadores que habían cometido el error de no separarse en abanico y estaban demasiado juntos.

 

        Tanto Fred como Nevada se tiraron al suelo cada uno para un lado mientras disparaban sus armas que habían sacado con celeridad cuando el gigante lanzó la contraseña.

 

        Sus antagonistas habían perdido ese segundo vital de adelanto que les costó la vida. Recibieron un aluvión de plomo que sólo les permitió hacer algún disparo sin control al tiempo que iban reculando hacia atrás impulsados por las balas que mordían su carne sin piedad.

 

        Los comensales, que habían salido de estampida, volvieron a entrar cautelosamente. El comisario hizo también su aparición poco después.

  

        - Lo siento sheriff pero si no convence a Murphy para que se conforme con el pago de los desperfectos del local estas escenas se repetirán con frecuencia - intentó justificarse Fred.

 

        - No se preocupe comisario, yo me ocuparé de que no vuelva a ocurrir - bramó Morrison que entraba en aquel momento - nadie puede atacar a mis hombres impunemente. Hablaré con Murphy y se le quitarán las ganas de intentarlo de nuevo.

 

    

Capítulo II

 

        - Desde luego hemos de reconocer que el patrón tiene ascendiente sobre Murphy. En estos tres meses que venimos los fines de semana a beber aquí ni nos han provocado ni se han molestado en tirar indirectas - decía Nevada mientras bebía sentado en una mesa en compañía de su amigo.

  

        -Pero él nos echa unas miradas asesinas, sobre todo a ti, que si pudieran taladrar parecerías un colador.

  

        - Y cuanto más veces se mire al espejo mayor manía me tendrá.

  

        - Además de que pedía dos mil trescientos dólares por los daños y entre el sheriff y el juez lo han valorado en mil cien. Eso también influye en su cariño hacia nosotros.

  

        - Ya hemos abonado al juez trescientos pavos, a este paso tardaremos ocho meses hasta terminar, esto se hace muy largo. Nos queda poco dinero del sueldo y estamos bajando el fondo del Banco del Queso.

 

         - Tendremos que usar lo que nos queda para poder liquidar de una vez esa deuda. Debo recurrir otra vez al póker.

 

         - Pero no será en este saloon ¿Verdad? Así empezó la pelea.

 

         - Mira Nevada, hazte a la idea de que debemos dejar este trabajo. Empiezo a ver cosas que no me gustan ni un pelo.

 

         - ¿Te refieres a las reses que vimos en el valle el otro día?

 

        - Si, están robando. No sé a quién ni me importa pero no quiero que nos pillen en el fregado. Si esperamos ocho meses ya será tarde para decir que no sabíamos nada.

 

        - Además nunca en la vida hemos estado trabajando once meses seguidos. ¡Qué vergüenza! Si lo hacemos y se enteraran quienes nos conocen pensarían que nos habíamos vuelto locos.

 

        - La semana pasada el capataz me dio a entender que podíamos ganar algo más si trabajásemos después de la jornada normal. Le dije que lo pensaríamos y puedes imaginar lo que es. Nos están tanteando y no podemos darles muchas largas.

 

         - Estoy contigo como siempre, ya lo sabes.

 

        - En la barra están el capataz, Edwards y Endress el Tuerto. Los invitaremos a beber aquí con nosotros y luego me pondré a jugar en esa mesa de aquí al lado, que tienen una partida montada que se juega un poco fuerte.

 

         - ¿Y harás trampas?

 

         - Naturalmente, tú sabes que soy bueno en eso y no se dan cuenta.

  

        - Pero así empezó la pelea - repitió machacón el gigante.

  

        - No fue por mis trampas que no localizaron. El problema fue que estaba ganando y éramos sólo dos contra todos. Ya sabes que la casa nunca tiene que perder.

  

        - ¿Y no se repetirá la historia?

  

        - Por qué crees que quiero invitar a esos idiotas a nuestra mesa. Viéndonos a todos juntos no rechistarán aunque me sacara las cartas de la manga a la vista de todos. Les tienen más miedo que a la peste y lo vamos a aprovechar.

  

        - Toma el dinero - dijo Nevada entregándole los billetes que se había sacado con disimulo de la bota.

  

        - Ahora acércate a esos y diles que es tu cumpleaños y quieres invitarles en tu mesa. Cuando me levante para jugar procura que no falte bebida en la mesa y no se aburran.

 

        Formaron una reunión muy animada y escandalosa, Fred en cuanto vio la ocasión les dejó para incorporarse a la partida.

 

        Hora y media después ganaba dos mil dólares.

 

        Aprovechando el relevo de dos jugadores que habían quedado limpios se levantó también. Los que quedaban perdiendo ni se atrevieron a rechistar a pesar de que tendrían toda la razón para evitar que se fuera con las ganancias.

 

        La reunión se convirtió en una juerga con todos los gastos pagados por los dos amigos, que terminó al amanecer.

 

        Como aquel día era domingo y tenían libre se fueron los dos a dormir al hotel.

 

        A media tarde cuando acababan de levantarse apareció su patrón acompañado del capataz Chester y de Ben Edwards.

  

        - Estoy muy disgustado con vuestro comportamiento - espetó sin saludar siquiera.

  

        - ¿Y se puede saber la razón de ese disgusto? - inquirió Fred.

  

        - El señor Murphy se ha quejado de vosotros, amparándoos en el respeto que me tiene ayer ganasteis una buena suma de dinero de manera incorrecta. No se puede entrar en una partida con un par de cientos de dólares y retirarse con más de dos mil sin permiso de quienes van perdiendo una buena suma. Esa es una ley en el juego que conocéis tan bien como yo.

 

        - No sabía que usted diera por bueno que los empleados del señor Murphy sean los únicos que se pueden levantar ganando. Es un hombre muy prudente al decírselo a usted ¿Porqué no me lo dijo anoche a mí?

  

        - Ya te lo he dicho, me respeta y no quería que otros de mis empleados, que se hallaban allí, al no conocer las verdaderas causas intervinieran a vuestro favor e hicieran el ridículo.

  

        - Señor Morrison estamos pagando mil cien dólares por unos destrozos que motivó Murphy al ordenar a sus empleados que iniciaran la pelea. Cuando estábamos inconscientes nos robaron más de mil dólares de nuestros bolsillos. Cuando le vuelva a ver le dice que estamos en paz.

 

        - Creo que no me has entendido imbécil, cuando le vea será para entregarle el dinero que me vas a dar ahora mismo - dijo amenazador.

 

         - Fred por favor… no llores - intervino Nevada que estaba callado en un rincón sacando sus armas y apuntando a los visitantes.

  

        - ¿Qué significa esto, cómo os atrevéis? - exclamó el ranchero sorprendido.

 

         - Significa que usted y Murphy que parece se trata de un socio suyo, no se van a quedar con un dinero que es legalmente mío.

  

        - ¿No comprendes que si te echo de mi equipo Murphy te matará, crees que si estáis vivos es porque os tenga miedo?

  

        - Ahora hemos comprendido que si nos ha dejado tranquilos es porque usted le da las órdenes. Le diré algo para que lo asimile con lentitud. Usted, Murphy y todos los satélites que les obedecen nos importan un pepino. Le recomiendo que se olvide. Ese tipo me hizo una jugarreta y yo se la he devuelto. Por lo demás todos se pueden ir al infierno.

  

        - No sabes en que lío te has metido.

 

         - Si fuera usted un hombre medianamente inteligente no habría ningún lío. Por su propio bien, olvídenos.

  

        Morrison y sus acólitos salieron bufando del hotel.

  

        - No has hecho caso de la contraseña - se quejó el gigante mientras subían a la habitación.

  

        - ¿Para qué? Ya los tenías controlados tú.

  

        - Podemos hacer dos cosas compadre.

  

        -¿Cuáles?

 

         - Marcharnos enseguida o salir corriendo.

 

         - Creo que sería lo más acertado.

 

         - ¿Cuál de las dos?

 

         - Las dos, enseguida y corriendo.

  

        - ¿Y a qué esperamos?

  

        - Nada nos liga a este lugar, tenemos dinero y podemos estar una buena temporada sin dar golpe.

  

        - ¿Nos llevaremos el dinero que le tenías que dar al juez?

  

        - No, se lo daremos, no nos vayan a poner fuera de la ley. Vamos a hacer arqueo de caja. Abre el banco.

 

         - Dos mil ciento ochenta y dos pavos - informó Nevada tras contar los billetes.

  

        - Veamos, ochocientos para el juez, mil trescientos para el banco. Toma guárdalos. Estos ochenta y dos los repartimos cuarenta y uno para ti y otros tantos para mí ¿Te parece bien?

  

        - ¿Esperaremos a mañana para pagar al juez?

  

        - No, podemos entregarlos al sheriff para que los deposite en el juzgado el lunes. Cierra la cortina de la ventana y observa la calle. Con el rebote que se ha ido Morrison seguro que quiere acabar con nosotros enseguida.

  

        Obedeció el grandullón y se puso a fisgar por las fisuras que dejaban las cortinas.

 

         - No veo a nadie sospechoso.

  

        - Nadie es sospechoso hasta que llevas un rato observándole y le ves hacer cosas fuera de lo normal.

  

        - Nos hemos dejado en el rancho algunas cosas que nos harán falta.

  

        - ¡Bah! Unas alforjas mas deformadas que la nariz de Murphy, dos mantas apolilladas, la ropa que llevábamos el día de la pelea con más remiendos que partes sanas, una sartén roñosa y dos vasos metálicos y las cantimploras abollados. Compraremos todo nuevo y provisiones para una semana.

 

         - Ya estoy deseando largarme de aquí y vivir al aire libre.

 

         - Pues vamos.

  

        - Hay tres tipos que me parecen sospechosos.

 

         - A ver, ¿Los que están sentados en el porche de enfrente?

 

         - Sí, ya han mirado a la puerta del hotel demasiadas veces.

 

         - Pues si nos están esperando vamos a hacerles una faena. Trae ese tubo de hierro del colgador del armario.

  

        Colocó una silla de alto respaldo junto a la ventana y sujetó el tubo de forma que más de un palmo sobresaliera de la ventana apuntando a los del porche.

 

        - Bajemos hasta el comedor, yo me quedaré allí para controlarlos desde las ventanas. Tú vas a recepción pagas la cuenta al del mostrador y sales despacio hacia el porche como si no te hubieras fijado en ellos.

  

        - ¿Tengo que salir solo?

  

        - Sabes que yo disparo más rápido que tú. Confía en mí. Sólo procura escurrirte cuando les veas mover las manos.

 

        Así lo hizo Nevada y los tres forajidos al no ver más que a uno salir desde el vestíbulo miraron por instinto a la ventana de su habitación. El trozo de tubo que les apuntaba inexorable desde ella les hizo levantarse y subiendo los escalones fueron debajo del porche hasta apoyarse en la pared. Desde allí no veían la ventana y por tanto desde la ventana tampoco los podían ver a ellos. Habían estado a punto de caer en una encerrona y ahora eran los otros los que estaban perdidos, acribillarían a este y su compañero por muy deprisa que bajara no llegaría a tiempo de ayudarle. En ese momento el corpachón de Nevada cruzaba el porche del hotel con lentitud.

 

        Sacaron sus armas traidoramente sin aviso ni provocación y desde una de las ventanas del comedor frontal a ellos se desencadenó un vendaval de disparos.

 

        Los dejó Fred clavados contra la pared sin haber podido hacer ningún disparo contra el grandullón y resbalaron sin vida con la espalda apoyada en la pared quedando los tres sentados con sus armas en las manos.

  

        - Vamos a la cuadra y saquemos los caballos - dijo Fred cuando se reunieron en la calle.

  

        Una vez ensillados fueron al almacén a comprar y luego a la oficina del sheriff.

 

        No estaba, les dijo el ayudante que había ido al hotel a ver lo ocurrido.

 

        Por fin apareció.

  

        - Me vais a matar a sustos, ¿Dónde os habéis metido?

  

        - Aquí, le esperamos desde hace media hora.

  

        - ¿Que ha ocurrido?

 

         - ¿No se lo han dicho los testigos?

  

        - Si, pero quiero vuestra versión.

  

        - Mejor le vamos a explicar unas cuantas cosas que le pueden ser de mucha utilidad. Nos hemos enfadado con nuestro antiguo patrón por culpa de Murphy. No sé que puede ser pero no cabe duda que son amigos y el dinero de uno le duele al otro. Después de discutir en el hotel y despedirnos de mala manera, nos dejó un comité de despedidas siniestras en el porche frontero del hotel donde usted los ha visto sentaditos, muy formales y muy tiesos dentro de unas horas.

         Ahora otra cosa que nadie sabe que hemos descubierto y sólo se lo vamos a contar a usted. En un pequeño valle que hay en la zona norte de la hacienda de Morrison vimos como un centenar de reses que no eran de su marca. Nos pareció que estaban muy escondidas para ser un lote comprado con legalidad. Creo que están robando.

  

        - ¿Qué marca tenían?

  

        - ¿Era un círculo y una L? - consultó con Nevada

  

        - No, aseguraría que era una C y una L.

  

        - Cecil Leander, estuvo aquí para poner la denuncia hace tres semanas.

 

         - Bueno eso era todo. La verdad es que veníamos a despedirnos de usted y nos pareció correcto informarle de lo que sabíamos.

  

        - ¿Y el dinero? - recordó Nevada.

 

         - ¡Ah! claro, tome estos ochocientos dólares es el dinero que le falta cobrar al juez Ya le hemos dado trescientos. Con esto quedamos libres ¿No es así?

 

         - ¿De dónde los habéis sacado?

  

        - En la mesa de juego de Murphy, ahí es donde descubrimos que él y nuestro ex patrón son socios o muy buenos amigos.

  

        - Hay que reconocer que sois osados. Volveros a meter en la boca del lobo para ganarles un dinero y exponerse a que se armara otra trifulca como la de hace tres meses.

  

        Le explicaron el truco de cobertura que utilizaron y acabaron riendo los tres.

  

        - Me gustaría teneros aquí, os necesito. Es cierto que hay robos en pequeña escala pero con mucha frecuencia. Si los autores son ellos la faena será dura, quedaros como ayudantes míos.

  

        - Nosotros solamente daremos problemas, han tomado como cuestión de honor darnos el pasaporte y no serviríamos de ayuda sino de estorbo. Debe hablar con los rancheros y formar una fuerza que sea más potente que la de Morrison ¿O son pocos los pequeños rancheros de la comarca?

  

        - No son muchos y casi todos afectados.

  

        - Pues cada uno que denuncie que aporte algo de su equipo. Con ellos puede formar una fuerza de vigilantes. Nosotros seríamos un problema pues no respetarían la placa, siempre diría que el hombre que disparó contra nosotros lo había despedido y ya no formaba parte de su nómina. Es el truco más viejo.

 

        - Lo comprendo y creo que tenéis razón. Bien, que la suerte os acompañe.

 

        - Lo mismo le deseamos. No olvide que su vida corre peligro si ese tipo ve que su investigación le puede perjudicar. Tenga mucho cuidado.

 

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IDIOMA SOREGE

 

 

 COMENTARIO SOBRE EL PROBLEMA DE LOS LENGUAJES

        

        Creo que la mayoría de vosotros estaréis de acuerdo con esta máxima que os expongo: Si toda la humanidad hablase un único idioma y tuviera una única religión las guerras y los problemas se eliminarían casi por completo.

 

        Diréis que a pesar de eso países con la misma religión y lenguaje se han batido en guerras, esos sucesos puntuales los podemos encuadrar en la frase final "casi por completo". Pero analizando la mayor parte de esos acontecimientos, vemos que hablan el mismo idioma madre con variantes que los diferencian entre sí y la religión sigue los mismos pasos al ser derivaciones de una rama primaria. Precisamente esas derivaciones religiosas son las causantes de la mayoría de las guerras que han habido, no se conforman con tener una opinión distinta sobre el mismo dios que su vecino y quedarse a venerarle tranquilamente en su casa, sino que aquél debe opinar lo mismo o morir y, si el dios es distinto, entonces el enfrentamiento es aún más brutal.

 

        Referente a la variedad de idiomas no hace falta irse fuera de mi país. En España hace unos seis siglos había tres imperios: El aragonés que tenía, aparte de sus fronteras aragonesas, todo el territorio que hoy se llama Cataluña, el reino de Valencia, las islas Baleares y Sicilia y, federado con él como aliado especial, el reino de Navarra. El otro era el de Castilla y el tercero lo que fue la conquista fulminante musulmana, ya en total decadencia por la continua guerra de reconquista de los cristianos, un fragmento que les quedaba en la actual Andalucía.

 

        Ya en esa época en todo el territorio cristiano se hablaba un idioma romance derivado del latín, con variantes lógicas entre zonas, que tanto aragoneses como castellanos lo tenían como lengua franca. Los vascos, los astures, los cántabros y la parte más occidental, aunque entre ellos hablaban sus léxicos maternos y lo que con el tiempo sería el gallego y el portugués, también se entendían comúnmente en esa lengua.

 

        Al expulsar al último invasor musulmán y unirse Aragón con Castilla nació España. Aquel lenguaje común fué derivando durante siglos hasta llegar al español actual. Comarcas como las islas Baleares, el reino de Valencia y el territorio que adoptó el nombre de Cataluña, se anclaron en el tiempo y, con las lógicas diferencias de escritura y pronunciación entre ellos que fueron aumentando cada siglo, siguen hablando aquel antiguo idioma.

 

         En la actualidad en todo el mundo se ha levantado un deseo nacionalista de resucitar ancestrales lenguas. En América del Sur el quechua, el aimará, el náhualt, el moluche, una treintena de dialectos caribes, patagón mapuche, etc., están en plena recuperación. En Bélgica después de siglos hablando con preferencia el francés por encima del flamenco se ha disparado el ansia de hablar éste únicamente. De la descompuesta URSS se han ido desprendiendo naciones y territorios que desdeñan el ruso y vuelven a sus orígenes. En Alemania cada estado de la federación tiene palabras en su alemán que no comprenden sus vecinos, etc.

 

        Realmente esa diversidad en mayor o menor escala está en todo el mundo, volviendo a España tenemos, aparte de los territorios citados que quedaron anclados con el romance antiguo del siglo quince, zonas con lengua propia, bastante adulterada como los vascos, casi totalmente españolizada como los cántabros y los astures, y luego los gallegos que con su gramática se acercan hacia el antiguo hermano, hoy solamente el vecino del sur. Añadido a ello en Andalucía se habla otro lenguaje paralelo al español y cada una de las ocho provincias tiene palabras distintas entre ellas, lo mismo ocurre en Extremadura, Murcia, las islas Canarias y la inmensa Castilla.

 

        Es irónico que en la Constitución española, por el deseo de equiparar los léxicos de la nación, se haya quitado el nombre de "español" al idioma nacional y le hayan colocado el de "castellano", cuando realmente no existe un idioma castellano coherente, ya que es precisamente en Castilla donde el habla es el más enrevesado de todo el país. Los habitantes de las provincias castellanas de Salamanca, Albacete, Zamora, Cuenca, León, Ciudad Real, Valladolid, Toledo, Burgos, Segovia, Guadalajara, Madrid, etc., tienen infinidad de palabras distintas entre sí y si son campesinos, que cada uno llama a las plantas, los riegos y las técnicas con nombres propios de su entorno, la diferencia se multiplica al máximo.

 

        Es inconcebible que en la era en que vivimos, con el pleno conocimiento entre las gentes y la comunicación rápida y total con todos los pueblos del mundo, con la ciencia y la tecnología disparada que aumenta en una veloz progresión día a día donde el mayor logro técnico de hoy queda anticuado en pocas semanas por otro avance tecnológico mejor, estemos usando miles de lenguajes arcaicos con reminiscencias prehistóricas.

 

        El doctor Zamenhof inventó un nuevo idioma con la ilusión de que lo hablara toda la humanidad, por ello lo llamo Esperanto, de esperanza. Hizo una limpieza de letras inútiles como la X, la Y, la W y la Q, pero en su fuero interno seguía predominando la inercia de su lenguaje materno y por querer dar más amplitud y belleza a la vocalización, terminó por incluir más palabras inútiles de las que había quitado. Duplicó la C, la G, la H, la J la S y la U para darles distinta entonación, de este modo cayó en el mismo problema del resto de las lenguas del mundo, la complicada pronunciación.

 

        El comienzo de todos los lenguajes fueron gruñidos, para denominar una cosa imitaban el ruido que ella hacía. Aún hoy en muchos idiomas, incluido el español, hay palabras que tiene una solera millonaria, prácticamente desde que el ser humano comenzó a articular sonidos. "Crac" para definir algo que se ha roto, "pum" o "bum" un ruido explosivo, "paf" una bofetada, "tic tac" el sonido de un reloj y muchos otros.

 

        Por ejemplo, los idiomas germánicos han adoptado un gran porcentaje del latín pero aún conservan palabras ancestrales imitando el sonido de las cosas. El relámpago "flash" en inglés o "blitz" en alemán son sin duda el rápido zumbido onomatopéyico del mismo, el lobo "wolf", el oso "bear" o "bär", el ciervo "hind" o "hirsch", etc., los nombran con el sonido que emiten esos animales como hacían sus ancestros trogloditas.

 

        Cuando has concluido el aprendizaje de un idioma en el mejor colegio y con los mejores profesores, se impone darse una vuelta por el país donde se habla para practicarlo y entonces llega el caos. Tú te expresas con gran claridad gramatical y excelente vocalización, pero las personas de ese pueblo lo hacen con la rapidez que da la confianza de que todos le entienden y cuando una palabra termina en vocal y la siguiente empieza con otra una de ellas generalmente desaparece, esas contracciones con omisión de letras no te lo habían enseñado en tus estudios. Cuando les hablas te entienden perfectamente pero tú a ellos no les coges la mitad de las cosas que dicen.

 

        Por todo ello, pensé en proyectar un nuevo idioma que no tuviera ninguno de los problemas que dificultan su aprendizaje. La forma de evitar el caso que he expuesto en el párrafo anterior es una norma básica de la gramática del idioma sorege, ya que las palabras están formadas por sílabas de dos letras, una consonante seguida de una vocal, nunca al contrario para evitar el problema de enlace que hacen omitir letras al hablar deprisa y, además, no puede haber dos consonantes ni dos vocales seguidas.

 

        Inventarse cientos de miles de palabras resultaría incómodo y absurdo, en lugar de eso he tomado como referencia palabras de cualquier idioma mundial que se adapten a la exigencia de este, aunque no siempre se consigue con un mínimo de perfección, buscando preferentemente que no comiencen con vocal, que no tengan varias consonantes seguidas, que su pronunciación real sea igual, o al menos muy parecida, a lo escrito y que al adaptarla a esta nueva lengua los hablantes de esa palabra que se ha usado sepan reconocerla, además de dar preferencia a los vocablos más internacionales.

 

        A veces es preciso cortar una palabra demasiado larga, por ejemplo, ampolla en japonés es "mizubukure" y aquí la he adoptado como mizube, en el caso contrario tenemos oreja en hindi, urdu y bengalí que es "kaan" que he prolongado como kakane, pues kane ya estaba usada para denominar al perro.

 

        El mismo nombre del idioma está copiado del latín en su primer término y del griego en el segundo. En latín hermano es "frater – tris" y hermana "soror – oris", como frater tiene dos consonantes seguidas, he optado por soror y así sore es neutro (hermana o hermano indistintamente), a continuación viene ge del griego "gé" o "gea" = tierra. Así pues sorege = Hermanos de la Tierra.

 

        "Chebel" en árabe es montaña, como es norma en esta lengua se ha tomado como modelo base para agrupar todo aquello que le concierne y evitar un cúmulo de palabras distintas entre sí, cebe = monte (La C en sorege se pronuncia Ch), cebele = montaña, cebefe = altozano, cerro, colina, collado, montículo, loma. otero, etc., cebefer, que es un verbo = otear (observar desde una altura, un monte, un otero, etc., cebe-corode (cordón de montes) = cordillera, cebe-gafun (descripción de los montes) = orografía, cebe-logun (tratado de los montes) = orología, etc.

 

        A una persona le dices que estás estudiando un tratado de oronimia y se queda la inmensa mayoría sin saber de qué se trata, pero dicho en sorege = cebe-nominun (denominación o nombres de los montes) seguro que lo entienden enseguida.

 

        Como dato curioso de la enorme diferencia existente entre los lenguajes, podemos poner un ejemplo de numeración. Si ves a una hermosa mujer zulú, le preguntas la edad y te responde "imidi engamashumi amabili nesishi yagalolunye", por eso del "amabili" creerás que te ha dicho "no es educado ni amable preguntar la edad a una mujer", pues no es así. Ha empleado cinco palabras con 41 letras para decirte un simple número; el 29; su edad a secas sin añadir siquiera las palabras edad o años.

  

 

GRAMÁTICA DEL IDIOMA SOREGE

 

        ALFABETO

        El alfabeto está compuesto por 22 letras que son conocidas por todo el mundo, incluso por quienes utilizan lenguajes cuya escritura se compone de signos ajenos por completo al abecedario románico, y son las siguientes:

 

B - C - D - F - G - H - J - K - L - M - N - P - R - S - T - Z - - - A - E - I - O - U

 

        Si lo confrontamos con un teclado de ordenador veremos que han sido excluidas la Q, V, W, Y y X, de la relación universal, y no incluye ninguno de los añadidos particulares que se hacen en los diferentes idiomas: la Ñ en el español, la Ç en el francés, la B tipo beta en el alemán, etc.

 

        PRONUNCIACION

        Las vocales siempre tienen un sonido único, es invariable y no existen casos en los cuales cambien el mismo ante ninguna circunstancia, y jamás es muda, todo lo que está escrito se pronuncia. Las letras y por extensión las palabras se leen como se escriben y se escriben tal como se pronuncian.

        Las consonantes tienen asignados los siguientes nombres con su sonido siempre invariable:

B=ba

      

C=cha

      

D=da

      

F=fa

      

G=ga

     

H=ja

     

J=ya

    

K=ka

L=la

 

M=ma

 

N=na

 

P=pa

 

R=ra

 

S=sa

 

T=ta

 

Z=za

 

 

 

        B - (ba), su exclusividad elimina la polémica de ésta y la uve en su pronunciación y los escritos.

        C - (cha), es un sonido como la "ch" española, la "x" en gallego y catalán, la "ch y la sc" en italiano, la "ch" francesa, la "sh" inglesa, la "sch" alemana, la "che" en ruso, en japonés como la "chi" del alfabeto hiragana y la "chi" del alfabeto katakana, el sonido con que se nombra el té en chino "chá" y, en general, todo sonido semejante de cualquiera de los idiomas del mundo.

        G - (ga), su pronunciación siempre es suave (ga, gue, gui, go, gu) y no se confunde nunca con el sonido ga, je, ji, go, gu, como ocurre en español.

        H - (ja), se pronuncia con fuerza como la "jota" española, como los tres signos "ja" del alfabeto árabe que se modulan con distinta fuerza, la "x" en ruso, el símbolo "ja" del hindi y el "je" del urdu, también con las diferentes tonalidades y modismos de cualquiera de las haches aspiradas en las variadas lenguas germánicas, o con la modulación que se articula el verbo beber en chino "jé", en japonés como las sílabas "ja, ji, je y jo" del alfabeto hiragana y como las "ja, ji, je y jo" del alfabeto katakana, etc.

        J - (ya), vocalización similar a yeso o llenar, lo mismo da.

        R - (ra), igualmente se le puede dar el sonido fuerte de erre que el suave de ere.

        Dado que no existen letras de sonidos semejantes que puedan dar lugar a confusiones entre ellas, las pronunciaciones de todos los hablantes se adaptan a la más aproximada que exista en su lengua nacional sin necesidad de adoptar un patrón único.

        Es casi seguro que al ver este lenguaje, una persona presuma de que en su idioma nacional es capaz de pronunciar una letra en varios tonos distintos, con una enredosa serie de cambios de sonido que van desde el simple acto de hacer vibrar de forma diferente las cuerdas vocales, hasta la complicada operación de modular este sonido con la posición de los labios, con la colocación de la lengua para que influya el ápice, el predorso, el dorso, el postdorso o la corona de la misma, sumado a su posición respecto a las piezas dentales usando el borde o la cara interior de los incisivos superiores y, para mayor embrollo todavía, contribuya también el acople al prepaladar, el paladar, el postpaladar o el velo del paladar.

        Lo único que se le diría a esa persona, es que si puede usar siete tonos distintos por letra, hable usando uno de ellos cada día de la semana y así su conversación será más entretenida y musical, ya que mientras el oyente sepa que letras está usando su interlocutor en la composición de la palabras que emite le importa poco el tono que utilice.

        Las letras vocales conviene pronunciarlas de forma clara, abierta y sonora pero, por culpa de las normas de pronunciación de los lenguajes del mundo, he oído la letra A desde una expresión hermosa y cantarina hasta un sonido sordo como si al hablante le hubieran metido una patata en la boca y has de pedirle que repita por no saber si es A, O o tal vez U lo que trata de expresar.

        Si la letra en cuestión es por ejemplo la ese, no importa en absoluto su sonido ni el sistema de modulación que se le aplique: fricativa, africada, oclusiva,... larga, corta, sonora, sorda, cerrada, abierta,... siempre que no sea muda desde luego. Mientras se entienda el sonido silbante de la ese la pronunciación es correcta. Ahora bien, si va degenerando ese sonido hasta que empieza a confundirse con el sonido de la che o en el otro extremo parece más una zeta que una ese, ya no es admisible.

 

        FORMACION DE LAS PALABRAS

        Todas las sílabas están compuestas siempre por una sola letra consonante seguida de una única vocal.

        Por ello, las palabras que se han compuesto con estas sílabas uniformes siempre comienzan con una consonante y acaban en vocal, evitando de esta manera los problemas comunes en los lenguajes al hablar deprisa de omitir letras, empalmar o atrofiar palabras, distorsionar sonidos e introducir apóstrofes, que también están excluidos por completo aquí junto con los acentos, diéresis y toda clase de tildes.

         Teniendo 16 consonantes y cinco vocales existen 80 sílabas base.

         BA - BE - BI - BO - BU - CA - CE - CI - CO - CU - DA - DE - DI - DO - DU - FA - FE - FI - FO - FU - GA - GE - GI - GO - GU - HA - HE - HI - HO - HU - JA - JE - JI - JO - JU - KA - KE - KI - KO - KU - LA - LE - LI - LO - LU - MA - ME - MI - MO - MU - NA - NE - NI - NO - NU - PA - PE - PI - PO - PU - RA - RE - RI - RO - RU - SA - SE - SI - SO - SU - TA - TE - TI - TO - TU - ZA - ZE - ZI - ZO - ZU.

 

        Todas las palabras formadas por estas sílabas pueden terminar en R, N ó L cuando son formas verbales, o en S cuando son plurales.

 

        Con este sencillo material se forma la totalidad de las docenas de millares de palabras del nuevo lenguaje, no existe en él otro sonido ajeno a estas simples 80 sílabas.

 

        REGLAS PARA LA PRONUNCIACION Y LA ESCRITURA

        Exceptuando lógicamente los monosílabos que son agudos por naturaleza, todas las palabras cargan la entonación del acento en la penúltima sílaba y son llanas. Por esta razón no existen los acentos de ningún tipo.

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